(Foto: El Comercio)
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Editorial El Comercio

Hoy es el . Esta fecha, más que llevarnos a celebrar, es motivo para la reflexión, para pensar sobre el largo camino que aún tenemos por delante y lo difícil que es emprenderlo. Hoy conmemoramos una batalla que aún se libra en nuestra sociedad; una contra el acoso sexual, la violencia familiar, las oportunidades dispares y, con una escalofriante vigencia en nuestro país, la muerte. Todos, males que derivan de un machismo que permanece presente entre nosotros y que muchos todavía buscan mantener.

En los últimos meses, nuestro Congreso ha sido una muestra de cómo estos problemas afligen a las de nuestro país. Los ciudadanos hemos sido testigos de las denuncias contra tres parlamentarios por distintos casos de acoso sexual. El congresista Moisés Mamani, por ejemplo, fue acusado por una tripulante de la aerolínea Latam de tocamientos indebidos; Luis López Vilela fue denunciado por su colega Paloma Noceda por un caso similar y, recientemente, el legislador Yonhy Lescano enfrenta serios cuestionamientos por la revelación de una serie de chats que lo descubren haciéndole comentarios inapropiados a una periodista.

¿Si este tipo de casos ocurren en el Parlamento, cuántos hechos similares se registran en el resto del país? Un informe de Datum Internacional del año pasado, por ejemplo, reveló que el 41% de mujeres en el Perú afirma que fue víctima de acoso sexual dentro del período de un año. De ese total, el 14% acusó que este se dio en el trabajo y el 23% en el ámbito social. Son cifras que revelan la frecuencia con la que ocurre este deplorable comportamiento.

Y las razones por las que en este día aún no hay motivos para celebrar no terminan ahí. También están todas las mujeres que sufren violencia a manos de sus esposos y compañeros a diario, muchas veces en silencio. Según la Encuesta Demográfica y de Salud Familiar del 2018, en el primer semestre de dicho año el 65,9% de mujeres entre 15 y 49 años aseguró que fue víctima de violencia por parte de su pareja. A esto se suman las 4.500 denuncias por agresión sexual que reportó la Oficina de Planeamiento Estratégico del Ministerio del Interior en los primeros ocho meses del año pasado y las 102.534 mujeres que acudieron a los centros de emergencia mujer en ese mismo período anual.

Sin embargo, las cifras más inquietantes son las que grafican cuántas mujeres han sido víctimas de feminicidio. Según el Observatorio de Criminalidad del Ministerio Público, 1.215 mujeres han perecido por culpa de este crimen en los últimos 10 años. Solo en lo que va del 2019, el registra 25 casos. El año pasado cerró con 149, el número más alto desde que empezaron a ser contados en el 2009. La brutalidad con la que muchos de estos fueron cometidos, con mujeres que murieron incineradas –como Eyvi Ágreda o Juanita Mendoza– o sepultadas en cilindros, como Milena Fernanda Tapuyima, solo sirve para dejar claro el ensañamiento empeñado por los victimarios.

En este día, más que nunca, se hace necesario evocar estos hechos, pues, a pesar de los hitos alcanzados desde que las mujeres tuvieron acceso al voto por primera vez (en 1955 en nuestro país), el peso de todo lo que sigue perjudicando el pleno ejercicio de su libertad sigue siendo muy grande. Y mientras sus oportunidades sigan siendo menoscabadas, en el ámbito laboral, académico, familiar y social, el Día Internacional de la Mujer no podrá ser más que uno de reflexión, y en muchos casos, de duelo.