Editorial: Tabla para la ola electoral
Editorial: Tabla para la ola electoral

Entre los temas que se perfilan para que formen parte de la campaña electoral en ciernes se halla el sistema nacional de pensiones. Más de un candidato lo ha usado ya en sus presentaciones públicas para recolectar aplausos de donde intuyen pueden encontrar votos.

La coyuntura para ello se la dio la la semana pasada. Con la publicación de la nueva tabla de mortalidad, la SBS ha estimado que los peruanos afiliados al sistema privado de pensiones viven en promedio tres años más que en el 2004, cuando la tabla anterior entró en vigencia. Si bien este hecho no resultaría del todo improbable (solo como referencia, la esperanza de vida al nacer en el Perú ha pasado de 72,1 años en el 2004 a 74,6 años en el 2015), sí queda pendiente que la superintendencia haga explícitos los supuestos, data y metodología usados en la estimación de la nueva tabla.

Al margen del real impacto en las pensiones de este posible cambio (la tabla aún está en proceso de consulta y la SBS ha tenido versiones contradictorias respecto a sus eventuales consecuencias), han surgido ya diversas alternativas para mitigar cualquier baja en los flujos de retiro. 

Por un lado, previsiblemente, la ha señalado que una opción a considerar debería ser elevar la tasa de aportes, actualmente en 10% de la remuneración. La propuesta, qué duda cabe, engrosaría los ahorros acumulados de los pensionistas, pero a costa de restringir aun más su libertad de elegir cuándo y cómo deciden usar el dinero ganado como fruto de su trabajo. Más interesante y lógica resulta la otra iniciativa planteada por Luis Valdivieso, presidente del gremio, que consiste en elevar la edad de jubilación. Si las personas efectivamente viven por más tiempo y en mejores condiciones que antes, resulta razonable que trabajen también por algunos pocos años más.

En el otro lado del espectro, hay también quienes –como la candidata del Frente Amplio, Verónika Mendoza– han sugerido que las alternativa para solucionar los problemas del sistema de pensiones son fortalecer la , garantizar que “todos los peruanos y peruanas reciban una pensión mínima”, y empezar el tránsito hacia un sistema de aporte voluntario en las AFP en vez de uno obligatorio.

De estas, las dos primeras propuestas repiten errores del pasado. La ONP es un sistema que solo se mantiene gracias a las transferencias –subsidios– del Tesoro Público, que no puede obtener rentabilidades similares a las del sector privado, y que deja a un buen número de sus aportantes sin pensión debido a que estos no pueden siempre acreditar los 20 años de aporte mínimo requeridos para cobrar la jubilación. 

Por su parte, la pensión mínima para todos los peruanos, inferimos aquellos mayores de 65 años, es una opción que solo podría justificarse –si bien someramente– para los que se hallen en extrema pobreza. Pero este programa, de hecho, ya existe. Se llama Pensión 65 y mantiene varios vicios de otros programas sociales que desalientan el ahorro previsional individual en pos de subsidios que pagamos los contribuyentes.

Sin embargo, compartimos la opinión de fondo respecto de la necesidad de adoptar esquemas voluntarios al ahorro previsional. Hay reformas importantes pendientes en el mercado de AFP, como asegurar mayor competencia entre las empresas y flexibilizar las opciones de inversión para ganar mayor rentabilidad. Pero estas propuestas sirven finalmente solo para maquillar la nociva raíz del asunto: el ahorro forzoso de los recursos de personas que podrían sin duda preferir usar su dinero en tiempos y modos que el Estado no les permite.

Inevitablemente, la campaña se prestará para ensayar distintas visiones sobre el futuro del ahorro previsional. Esto no tiene por qué ser necesariamente negativo. Después de todo, es sano que los asuntos de políticas públicas se discutan con el conocimiento y participación de la población. Lo peligroso, más bien, es que los globos de ensayo respondan exclusivamente a cálculos electorales antes que a alternativas de reforma meditadas y viables.