La redacción de El Comercio en una imagen de marzo de este año. (Foto: Alessandro Currarino).
La redacción de El Comercio en una imagen de marzo de este año. (Foto: Alessandro Currarino).
Editorial El Comercio

Hoy cumplimos y estos nos han permitido, además de ofrecerles a varias generaciones de lectores el más diligente y esmerado trabajo periodístico, ser testigos de casi dos siglos de la historia de nuestro país. Nos han dado la posibilidad de ver a nuestra patria en sus momentos más tristes, como en las derrotas de San Juan y Miraflores durante la Guerra del Pacífico o el terremoto del 31 de mayo de 1970, que desembocó en un aluvión que ; y también en sus épocas más alegres, como con la captura del , con la heroica de la casa del embajador de Japón en 1997 y con nuestro regreso en el 2018.

Los aniversarios suelen ser eventos que merecen celebraciones y amplios homenajes a quienes lograron lustro tras lustro que instituciones como El Comercio se convirtieran en lo que son hoy, pero esta ocasión es distinta. El año 181 nos alcanza mientras el Perú y el mundo viven una de sus horas más oscuras, con una pandemia que ha infectado a millones y matado a miles y con legiones de médicos y enfermeras enfrentándose a un asesino invisible y formidable día y noche, mientras sus conciudadanos cumplen .

Así, este nuevo hito nos obliga a reflexionar. Por un lado, sobre el trabajo que hacemos como Diario desde todas nuestras plataformas. Hoy más que nunca nos encontramos en la sensible obligación de ofrecerles a nuestros lectores la mejor información para que, en un contexto tan crítico como este, puedan tomar decisiones vitales y monitorear el avance de la enfermedad. Asimismo, en una coyuntura donde las noticias falsas se difunden como hechos, nos debemos a nuestro perenne compromiso con la verdad para garantizar a quienes confían en nosotros que lo que reciben es preciso y el resultado del riguroso trabajo periodístico que nuestros reporteros cumplen y seguirán cumpliendo sin flaquear.

En situaciones como la que vivimos, en fin, se hace evidente el valor de la prensa libre en nuestra sociedad. La vigilancia de las acciones de quienes nos gobiernan y la crítica editorial constructiva sobre las decisiones que se toman son vitales para evitar los abusos de poder de quienes quieran aprovecharse de la vulnerabilidad del país. La fiscalización de los medios de comunicación conmina a nuestras autoridades a hablar con la verdad y las expone cuando ocurre lo contrario.

Lo anterior, empero, no sería posible sin los editores, redactores, correctores, diagramadores, fotógrafos e ilustradores que día a día se dedican a elaborar los contenidos de este Diario. Todos somos miembros de una familia que, aunque separada por la necesaria distancia social, se mantiene unida y entregada al oficio que nos apasiona. En fin, aunque las salas de nuestra sede principal estén más silenciosas que nunca, el corazón del decano nunca ha latido tan fuerte.

Pero hoy, además de reflexionar sobre la tarea que cumplimos y sobre quienes la concretan, lo hacemos sobre las décadas de experiencia que llevamos a cuestas y lo mucho que estas nos han permitido conocer nuestro país en las buenas y en las malas. En 181 años, como dijimos, hemos visto al Perú sortear los embates de la guerra, la vileza del terrorismo y trágicas epidemias como la de la gripe española y la del cólera. Hemos visto al Perú caer mientras se enfrenta a sus límites. Pero por encima de todo somos testigos de cómo siempre ha logrado volverse a poner de pie, de cómo su resiliencia es más potente que cualquier virus y de cómo las tragedias duran mucho menos que su determinación y el coraje de sus habitantes.

“Volveremos”, decía una nota que dejó en su escritorio Luis Miró Quesada de la Guerra cuando la dictadura militar de Juan Velasco Alvarado confiscó la redacción de este Diario. Entonces eran pocas las esperanzas, pero volvimos y estamos convencidos de que todo el Perú volverá a tiempos mejores y de que toda la muerte y el dolor de estas últimas semanas serán otro recuerdo oscuro de desgracias que hemos podido dejar atrás.