Editorial: El voto más caro
Editorial: El voto más caro

En la vorágine de propuestas propia de cada campaña, los ofrecimientos para incrementar el gasto público están siempre a la orden del día. Desde el shock de inversiones para gasto en mejores carreteras hasta la remodelación de colegios en condiciones deterioradas, pasando por mayores salarios para los doctores en hospitales públicos y profesores de primaria, los candidatos que participaron –y participan– en la carrera electoral encuentran ocasiones de lo más variadas para comprar preferencias de grupos específicos de votantes con el dinero de los contribuyentes. 

Pero no todos los gastos son iguales. Es crucial distinguir entre los que se llevan a cabo una sola vez (por ejemplo, la construcción de un puente o la edificación de un colegio) de aquellos gastos que son recurrentes (por ejemplo, el salario del docente de ese nuevo colegio). En el primer caso, el impacto de la inversión sobre el presupuesto público no será permanente –más allá de gastos en mantenimiento– y puede ajustarse en época de vacas flacas. En el segundo caso, parece poco viable políticamente reducir el sueldo de profesores, médicos o policías cuando los ingresos del erario público escasean: estos se convirtieron en gastos permanentes. 

Es por ello que resultan particularmente sensibles los abundantes ofrecimientos de Pedro Pablo Kuczynski y Keiko Fujimori para incrementar las remuneraciones en algunos sectores del aparato estatal, y que han proliferado en la última recta de la presente campaña. 

En el caso del sueldo docente, mientras que el ex primer ministro ofreció llevar el salario piso de S/1.250 mensuales aproximadamente a S/2.000, la señora Fujimori se comprometió a duplicar el sueldo de los profesores durante su gobierno.

Es cierto que el salario de los docentes en el Perú está rezagado con respecto al de otros países de la región y que hace falta corregir progresivamente esta diferencia. Sin embargo, se hace clara la dimensión de estas promesas –y sus riesgos fiscales– cuando se toma en cuenta que una de cada tres personas en la planilla del Estado está en el sector Educación, y la gran mayoría son docentes. El presupuesto del presente año para salarios en educación básica asciende a S/10,7 mil millones, equivalente al presupuesto total de los sectores Justicia, Trabajo, Turismo, Energía y Vivienda sumados.

Llama también la atención la promesa desde Fuerza Popular para restablecer el sistema 24x24 sin hacer alusión directa a los significativos aumentos salariales que la policía ha recibido en los últimos años. Más allá de si son ingresos pensionables o no, desde finales del 2011 a la fecha, la mayor parte de oficiales y de personal subalterno ha duplicado sus percepciones, situación que se dio para compensar a la familia policial por la eliminación de dicho sistema. ¿Pretende la señora Fujimori mantener estos aumentos aun con el 24x24 vigente y menos policías en actividad en las calles?

El señor  Kuczynski, por su lado, se comprometió también a subir el sueldo de los miembros de las Fuerzas Armadas, así como de los médicos, enfermeras, obstetras y técnicos del sector Salud. Todos, gastos que deberán ser permanentes.

Lo que ninguno de los candidatos en contienda ha especificado es de dónde saldrá el dinero para cubrir estos incrementos o qué partida del presupuesto público tendrá que asumir el sacrificio para solventar los ansiados –pero no por ello menos costosos– aumentos. 

Solo entre el 2011 y este año, el gasto en remuneraciones del gobierno nacional ha subido en 56%; en el mismo período, la economía creció en 19%. Dejando de lado los efectos de la inflación, la diferencia es notable.

Es importante contar con un servicio civil capacitado, motivado y bien remunerado para que las tareas dentro del aparato estatal sean llevadas a cabo de manera eficiente. Eso es indiscutible. Pero esta necesidad debe ir de la mano con la responsabilidad fiscal que se debería demandar de cualquier candidato a la presidencia. Algunos votos pueden salir demasiado caros.