Editorial: Las vueltas que da el mundo
Editorial: Las vueltas que da el mundo

La maratónica sesión parlamentaria de ayer terminó, como se anticipaba, con el otorgamiento de la confianza de la representación nacional al Gabinete que encabeza Fernando Zavala. En general, además, tuvo un desarrollo ordenado y exento de las confrontaciones altisonantes que solían caracterizar los debates en anteriores conformaciones congresales.

Esto, sin embargo, no debería llevarnos a la falsa conclusión de que estamos viviendo un ‘momento estelar’ del funcionamiento de la democracia en nuestra historia republicana, como se ha pretendido desde algunas de las bancadas de oposición. La circunstancia de que los poderes Ejecutivo y Legislativo estén, por primera vez en mucho tiempo, en manos de distintas fuerzas políticas extremará seguramente la fiscalización y los contrapesos que el segundo ejercerá sobre el primero, pero también supondrá problemas cuyos síntomas iniciales podemos haber visto en estos días.

En concreto, ha ocurrido que, tras la exposición del presidente del Consejo de Ministros, las intervenciones de los miembros de más de una bancada estuvieron sembradas de sugerencias inquietantes que no guardaban relación con los temas que estaban en discusión y que siempre tenían como trasfondo la fragilidad de la administración de Peruanos por el Kambio (PPK), precisamente, por no tenerlas todas consigo en el Parlamento.

Las expresiones en ese sentido fueron desde oblicuas exhibiciones de fuerza, como las del vocero del Frente Amplio (FA), Marco Arana, hasta auténticas o apenas veladas amenazas, como las que se escucharon en boca de los congresistas Víctor Andrés García Belaunde, de Acción Popular (AP), y Lourdes Alcorta, de Fuerza Popular (FP).

Arana, en efecto, consideró necesario recordarle al oficialismo que “es ahora gobierno no por amplia mayoría”: una verdad tan obvia que el solo hecho de recitarla hace pensar en un segundo mensaje, cuyo desciframiento podría facilitarse quizás a partir de las palabras de su compañera de bancada Marisa Glave. “Que no le quede duda a este Gabinete, ni tampoco al presidente Kuczynski, [de] que si lo que hace es traicionar las promesas, tendrán al Frente Amplio como oposición no solo en el Congreso, sino también en la calle”, fue lo que dijo.

Lo apuntado por ‘Vitocho’ García Belaunde, por otro lado, fue bastante más explícito. “Yo les diría a los ministros que no sean tan entusiastas. Creo que algunos pueden ir volviendo a sus casas a partir de diciembre”, sentenció. Y por si la amenaza a ese equipo ministerial –que hasta ahora ha hecho poco más que ejercicios de calentamiento– no hubiese quedado clara, agregó: “Vayan tranquilos a trabajar, pero no piensen que van a durar los cinco años”.

Ninguna intervención, sin embargo, fue tan desafiante como la de la legisladora Alcorta, quien en el contexto de un discurso sobre la necesidad de ‘pasar la página’ respecto de las asperezas de la campaña entre PPK y FP, le recordó al ministro del Interior, Carlos Basombrío, un tuit que publicó tras los resultados de la segunda vuelta y en el que había escrito: “Los mafiosos fueron derrotados”, con la siguiente reflexión: “Fíjese las vueltas que da el mundo. […] Fíjese, señor Basombrío, esta bancada mafiosa es la que tiene que darles a ustedes el voto de confianza”. Una declaración que entrañaba la particular paradoja de ser al mismo tiempo una queja por haber sido asociados a la mafia y la insinuación de una próxima ‘vendetta’.

¿Guardaba esa remembranza rencorosa relación alguna con el balance que se debía hacer en esa sesión parlamentaria sobre las propuestas de los ministros Zavala o Basombrío (ninguno de los cuales, dicho sea de paso, participó en la campaña de PPK)? Pues, evidentemente, no. Pero la representante del fujimorismo no pudo, aparentemente, sortear la tentación de hacerle notar a quien antes la agravió, la posición de fuerza en la que ahora ella y sus compañeros de partido se encontraban. Felizmente, las disculpas presentadas por el ministro Basombrío a su turno, y la posterior aceptación de las mismas por parte de la congresista Alcorta, permiten abrigar la esperanza de que tales exhibiciones de poder no marcarán la tónica de la relación que mantendrán el Legislativo y el Ejecutivo durante los próximos cinco años. 

Pues en caso contrario, habría que lamentar que el momento estelar de nuestra democracia nunca llegará, al menos no mientras el mundo siga dando ese tipo de vueltas.