"Solo trabajando juntos y manteniéndonos vigilantes podremos revertir esta lamentable realidad". | Oficina de Prensa:  gob.pe
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Editorial El Comercio

Hace más de nueve meses, con la llegada del a nuestro país, el Gobierno declaró el estado de emergencia e impuso una rígida cuarentena para frenar la propagación de la enfermedad. Además del cierre de comercios (que en algunos casos terminó por quebrarlos) y la prohibición de todo tipo de reuniones y actividades sociales, también se suspendieron las clases presenciales en los colegios de todo el territorio nacional. La situación forzó una rápida adaptación a la educación a distancia vía Internet y a la implementación, desde el Ministerio de Educación, del programa Aprendo en Casa, que busca ofrecer las sesiones lectivas a través de diferentes medios, como la televisión.

Desde todos los frentes, tanto el privado como el público, los esfuerzos por adaptarse a circunstancias tan adversas y atípicas han sido loables. Montar desde cero y en tiempo récord sistemas de enseñanza que prescindan de las aulas no es poca cosa. Sin embargo, la crisis de marras está suponiendo un durísimo golpe a los estudiantes escolares, especialmente para aquellos con acceso limitado a las herramientas tecnológicas necesarias para trasladar los salones a sus casas. Debe tomarse en cuenta, por ejemplo, que, según la Encuesta Nacional de Hogares al 2019, solo el 32,1% de los hogares cuenta con una computadora o laptop. Asimismo, solo el 35,9% cuenta con acceso fijo a Internet.

Como era previsible, los problemas han sido más agudos en las zonas rurales. En agosto, un informe especial de este Diario dio cuenta de los obstáculos que los niños de la comunidad de Mayrasco en Cusco tenían que enfrentar para conseguir señal y no perder clases, como caminar por dos horas en la oscuridad para subir a lo más alto de los cerros. “Es un problema. No tenemos alumbrado público suficiente. [Los escolares] tienen que usar linternas para las tareas”, declaró para dicho reportaje José Gómez, vicepresidente de la comunidad. Y condiciones así se encuentran en todos los rincones del país.

De acuerdo con el Colegio de Profesores del Perú, cinco meses después de iniciado el año escolar virtual, se estima que el 45% de estudiantes dejó de participar activamente en las clases. Además, el golpe a los bolsillos de las familias ha supuesto la movilización de más de 110.000 alumnos de colegios privados a públicos, una realidad que coloca más peso sobre los hombros de un Estado que ya demostraba tener problemas para brindar servicios de calidad desde antes de la pandemia.

El panorama, entonces, es bastante desalentador y es posible que haya más retos por delante. De acuerdo con Unicef, en el Perú la pobreza monetaria de los niños y adolescentes habrá aumentado significativamente a finales de este año, pasando de afectar al 26,9% (2019) al 39,9% (2020). Además de enfatizar las brechas ya existentes, la crisis económica puede llevar a que muchos jóvenes, que tendrían que estar en clases, pasen a trabajar a favor de sus familias. Lo que en parte explicaría por qué, según la referida organización, 3,1 millones de estudiantes están en peligro de dejar las aulas en América Latina y el Caribe. En el Perú, según el ministro de Educación Ricardo Cuenca, 151.489 estudiantes, tanto de primaria como secundaria, abandonaron las clases este año.

Así, es evidente que nuestras autoridades, presentes y futuras, tienen una tarea harto sensible entre manos. Lo ideal sería que, además de hacer un diagnóstico exhaustivo del impacto que la pandemia ha tenido en la educación, se procuren mecanismos para que puedan volver a darse clases presenciales en todo el país. Ello, aparte de contribuir a remediar las necesidades académicas vigentes, paliaría los efectos en la vida social y en la salud mental de muchos escolares.

Desde El Comercio somos conscientes de lo importante que es la educación para el desarrollo del Perú y los individuos. Sin ella difícilmente podríamos acercarnos a ser un país verdaderamente competitivo. En esa línea, nuestra campaña #TúSíSabes busca sumar a los esfuerzos por recuperar el tiempo perdido a través ejercicios, consejos de docentes, orientación vocacional, videos y todo tipo de contenidos.

Solo trabajando juntos y manteniéndonos vigilantes podremos revertir esta lamentable realidad.