"Una lectura menos generosa –y quizá más realista– apunta a que Castillo mismo aún no tendría claro a qué grupo de influencia prestarle más atención, o cómo balancear las presiones políticas, económicas y sociales que enfrenta en simultáneo" (Foto: Renzo Salazar / GEC).
"Una lectura menos generosa –y quizá más realista– apunta a que Castillo mismo aún no tendría claro a qué grupo de influencia prestarle más atención, o cómo balancear las presiones políticas, económicas y sociales que enfrenta en simultáneo" (Foto: Renzo Salazar / GEC).
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Editorial El Comercio

¿Cómo sería la administración del probable presidente Pedro Castillo? ¿Primarían en ella la sensatez para hacer reformas adecuadas sobre lo necesario y la prudencia para reconocer aquello que es mejor no alterar demasiado? ¿O más bien se confundirían los unos con los otros en un torbellino de improvisación e inconsistencias?

A estas alturas es imposible saberlo. Es cierto que, en tanto el JNE no proclame a ganador de las elecciones de junio pasado, su disposición para empezar a armar gobierno es menos exigible. Sin embargo, ello no debería impedir que –a menos de 20 días de la transferencia de mando–, el probable presidente electo brinde algunas luces sobre su plan de gobierno y el equipo que lo acompañaría en este empeño. En el caso del candidato de , despejar las dudas sobre su eventual gestión es doblemente importante pues –como demuestran los indicadores de confianza– existe una altísima incertidumbre respecto del rumbo que tomaría.

Para cualquier observador, la imagen es confusa. Durante las últimas semanas, parte del aparato técnico de Perú Libre, como Juan Pari, Julián Palacín –quien ha amenazado a la prensa con denuncias penales recientemente– o Celeste Rosas, comparte cámaras con los congresistas electos más radicales, como Guillermo Bermejo o Guido Bellido, y con los técnicos cercanos a otras tiendas políticas, principalmente Nuevo Perú, como Hernando Cevallos o Pedro Francke. Mucha atención de hecho ha recaído sobre este último, quien a través de sendas entrevistas, comunicados y apariciones privadas ha transmitido mensajes de mesura económica que, por el momento, han logrado una dosis de calma en los mercados.

¿Qué seguridad, no obstante, existe de que la visión de Francke y compañía vaya a prevalecer sobre la de los otros grupos o vaya a perdurar en el tiempo? Más aún, ¿qué impide que Francke se aparte –o sea apartado– más temprano que tarde? Y aun si, como se especula, este fuese nombrado ministro de Economía y Finanzas, el resto del Gabinete –incluyendo la fundamental figura del presidente del Consejo de Ministros– sigue en el terreno de los rumores y trascendidos. Castillo ha sido especialmente opaco cuando de revelar nombres concretos para altos cargos se trata.

En la medida en que el Congreso que enfrentará está altamente fraccionado y que los resultados de su propia elección habrían sido muy ajustados, un eventual presidente Castillo haría bien en trabajar con un Gabinete de equilibrio y consensos –precisamente, lo que la ciudadanía exige mayoritariamente, según una encuesta de El Comercio-Ipsos–. Hasta ahora, sin embargo, lo que se escucha desde las puertas de Palacio de Gobierno es solo silencio.

El beneficio de la duda podría sugerir que el eventual mandatario está simplemente ejerciendo una responsable prudencia hasta que el JNE haga oficial su elección como el siguiente presidente de la República, y será entonces cuando revele el equipo que ya tiene conformado. Una lectura menos generosa –y quizá más realista– apunta a que Castillo mismo aún no tendría claro a qué grupo de influencia prestarle más atención, o cómo balancear las presiones políticas, económicas y sociales que enfrenta en simultáneo. Mientras tanto, la incertidumbre mantiene al país en vilo, con los consiguientes efectos perniciosos sobre la inversión y la recuperación económica, como ya muestran algunos indicadores. Ya no es suficiente que una o dos personas con vínculos presidenciales de dudosa estabilidad emitan opiniones abstractas que bien podrían ser elaboradas a título individual. Ya es hora de empezar a ponerse serios.