(Foto: Congreso de la República).
(Foto: Congreso de la República).
Editorial El Comercio

La semana pasada, la lista encabezada por e integrada solo por representantes de Fuerza Popular (FP) fue elegida para asumir la Mesa Directiva del por un año. El proceso no estuvo exento de controversia por la preocupación, expresada dentro y fuera del Legislativo, de que una nueva administración bajo responsabilidad del fujimorismo repetiría las actitudes verticales y de facción que caracterizaron a la anterior.

A poco de haber accedido a su cargo, sin embargo, Salaverry declaró que quería “un Congreso con menos fricciones y más acciones”. La proclama, por cierto, no bastó para despejar las preocupaciones, pues ese tipo de líneas de acción se ofrece con más facilidad de lo que se ejecuta. Pero días más tarde, el nuevo presidente del Parlamento dio a conocer decisiones sobre importantes asuntos pendientes que tendían a confirmar su anunciada voluntad de cambio.

Por un lado, señaló que había solicitado al contralor general de la República, Nelson Shack, una rápida propuesta sobre quién podría asumir la oficina de auditoría general del Legislativo para así “disipar cualquier velo de duda que pueda tener la ciudadanía respecto al manejo de los recursos públicos” del Congreso.

Por otra parte, reveló que, tras haber comunicado que el área de seguridad del Legislativo entraría en reorganización, había recibido la renuncia del coronel en retiro Walter Jibaja al cargo de jefe del área en cuestión. Según dijo, su intención era que quienes acuden al Congreso tuvieran la tranquilidad de que allí “se vela por la seguridad de todos”.

Anunció también que todos los procesos de adjudicación respecto a compras de televisores, electrodomésticos y otros habían sido cancelados. “Si hay algo que nos va a caracterizar en esta gestión, no solamente es la transparencia [y] la austeridad, sino la eficiencia”, dijo.

Y por último, extendió una rama de olivo a la prensa, con la que existe una situación de tensión desde que su antecesor, , había amenazado a los que llamó “medios mermeleros” con la aprobación de la ‘ley mordaza’. “Yo espero que a partir de ahora, señores periodistas, podamos tener lo que siempre hemos tenido: una relación de respeto, de diálogo, de coordinación y de puertas abiertas”, expresó Salaverry.

Es decir, enfrentó de manera directa e inmediata asuntos cuya urgencia su ya mencionado predecesor había preferido ignorar. Para Galarreta, como se recuerda, el problema de que el Parlamento fuese la única instancia del Estado que elegía a su propio contralor podía tener “mil salidas”, los cuestionamientos al desempeño con sabor partidario del señor Jibaja en el área de seguridad eran “subjetivos” y las compras de televisores para los legisladores había que mirarlas “con tranquilidad” y debían seguir adelante.

En buena cuenta, pues, la nueva Mesa Directiva le ha enmendado la plana a la anterior y, en esa medida, no es de extrañar que, al ser preguntado por este Diario sobre los eventuales ‘mea culpa’ que pudieran corresponder a la gestión saliente, Salaverry respondiese: “Prefiero enfocarme en lo que vamos a hacer para adelante que estar mirando hacia atrás”.

No creemos, sin embargo, que se trate simplemente de una cuestión de personas. Lo que ha existido es, al parecer, un cambio de actitud en la mayoría parlamentaria, dictado por un mínimo sentido de realidad ante el rechazo que estaba despertando en la ciudadanía y las encuestas reflejaban: una circunstancia que tiende a dar la razón a quienes postulaban que solo bajo presión se lograría una reacción del Legislativo.

De cualquier forma, las medidas aquí comentadas son un buen principio para la Mesa Directiva entrante. Aunque, para pasar efectivamente de las fricciones a las acciones, tienen que traducirse en algo más que disposiciones pasajeras. En lo que concierne a la elección del contralor para el Congreso, por ejemplo, se debe cambiar la norma y no solamente no aplicarla por esta vez. Y en lo que respecta al señor Jibaja, no se lo puede trasladar simplemente de una responsabilidad a otra dentro del Parlamento y dejar a todo su equipo, tan cuestionado como él mismo, trabajando en el área de seguridad. De lo contrario, las semejanzas entre esta administración y la anterior serán pronto más relevantes que sus diferencias.