Candidatos que corren calatos, por Farinata
Candidatos que corren calatos, por Farinata
Redacción EC

La palabra ‘calato’ es un glorioso peruanismo. No solo deriva de una expresión quechua –‘q’ala’– para aludir a la desnudez, sino que, asimilada ya al castellano que parlamos los habitantes de esta hermosa tierra del sol, designa una forma muy peruana de andar sin ropas: mientras que en la desnudez puede haber cierto pudor y hasta vergüenza, la calatería es desafiante. El calato, en efecto, ostenta los genitales de una manera casi exhibicionista, como complacido de ventilar aquello que el recato aconseja mantener disimulado. Por eso, de los alunados que circulan en cueros por calles y plazas nunca decimos que están desnudos; son ‘locos calatos’ y se acabó. 

En ese sentido, la reciente promesa de de darle la vuelta a la Plaza de Armas calato si llega a ser candidato, no ofrece nada nuevo. Los medios la han exaltado como si supusiese una ruptura con nuestra política tradicional y sus protagonistas. Pero, en realidad, los aspirantes a la presidencia que orbitan la escena pública criolla imponiéndonos la incivil contemplación de sus ‘partes’ abundan. ¿No están acaso ahí, a la vista, los sandios y los mefíticos, los ávidos y los descarados? Y todos evocan alguna parcela íntima de la anatomía masculina o femenina... Si quiere, pues, verdaderamente renovar la política local, el más ‘in’ de los ‘outsider’ va a tener que ofrecernos algo más.