Andrés Oppenheimer

El anuncio de de que iniciará negociaciones con 11 naciones latinoamericanas y caribeñas para crear un acuerdo de cooperación económica hemisférico no ha generado mucho entusiasmo en ninguna parte: la mayoría de los países lo ven como algo demasiado vago para despertar muchas esperanzas.

Sin embargo, es bueno que en Washington se empiece a hablar de como una oportunidad, después de años de ver a la región únicamente como un dolor de cabeza.

Lo que está cambiando las cosas es ‘el factor China’: el temor a más interrupciones en las cadenas de suministro de China a EE.UU. por posibles pandemias o tensiones comerciales, así como la creciente influencia de China en América Latina. Todo eso está haciendo que algunos demócratas y republicanos empiecen a prestarle un poco de atención a Latinoamérica.

La Alianza para la Prosperidad Económica de las Américas (APEP) del mandatario estadounidense , anunciada originalmente en la Cumbre de las Américas en Los Ángeles en junio y puesta en marcha el 27 de enero, incluye a Canadá, Chile, Colombia, Costa Rica, República Dominicana, Ecuador, México, Panamá, el Perú, Uruguay y Barbados. No incluye, al menos por ahora, ni a Brasil ni a Argentina. Los funcionarios estadounidenses dicen que la lista de participantes actuales puede crecer a medida que avancen las negociaciones.

El plan de la Alianza de Biden está muy lejos de ser tan ambicioso como la propuesta del Área de Libre Comercio de las Américas (ALCA) de los expresidentes Bill Clinton y George W. Bush en las décadas de 1990 y principios del 2000.

En lugar de buscar un acuerdo de libre comercio hemisférico, la alianza de Biden propone una mayor cooperación para promover los estándares laborales, resolver los cuellos de botella de las cadenas de suministro, coordinar respuestas a las pandemias y trabajar juntos en temas climáticos.

Sin duda, el clima político no es el ideal para buscar un acuerdo económico interamericano. La mayoría de los países sudamericanos tienen gobiernos de izquierda o de centroizquierda que, en muchos casos, tienen poco apetito por estrechar lazos económicos con Washington.

Y Biden enfrenta una fuerte resistencia en EE.UU. a nuevos acuerdos de libre comercio. Muchos sindicatos y sectores clave del propio Partido Demócrata de Biden creen que los acuerdos de libre comercio perjudican a los trabajadores estadounidenses, y el Partido Republicano es cada vez más nacionalista, proteccionista y aislacionista.

Sin embargo, ‘el factor China’ está despertando un creciente interés en América Latina por parte de ambos partidos en Washington.

El senador republicano Bill Cassidy, de Louisiana, viene circulando un proyecto de ley llamado “Ley de las Américas” que busca expandir gradualmente el tratado de libre comercio entre Estados Unidos, Canadá y México a todas las democracias de América Latina que quieran sumarse. Varios senadores demócratas están estudiando la propuesta y pueden copatrocinarla.

Cassidy me dijo que “necesitamos una política para América Latina que dure más que un ciclo electoral” y que debería “centrarse en reducir las barreras comerciales”.

Eso no es exactamente un respaldo a la Alianza de Biden, pero en medio del actual clima de polarización política de Washington suena como una señal positiva.

No sé si la Alianza de Biden se materializará, pero el mero hecho de que haya figuras de ambos partidos en Washington que estén empezando a prestarle atención a mejorar los lazos económicos con América Latina es esperanzador.

¡Gracias, China!


–Glosado y editado–

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Andrés Oppenheimer es periodista