Es una interjección eufemística basada en el sustantivo femenino mierda ‘excremento’. Véase este sentido frecuente en la pluma de Vargas Llosa: “… la bola de helado se estrelló en sus zapatos, miéchica, dijo el heladero, es su culpa, yo no le doy otro” (La ciudad y los perros, Barcelona 1997, p. 388); “El corazón se me sale, miéchica, parece mentira” (La casa verde, Barcelona 1991, p. 145); “¿Y cómo miéchica averiguas cuál es su país?” (La tía Julia y el escribidor, Barcelona 1996, p. 100).