Acuña y la historia de David vs. Goliat, por Arturo Maldonado
Acuña y la historia de David vs. Goliat, por Arturo Maldonado
Arturo Maldonado

La novedad de esta campaña es la escalada de hasta el tercer lugar de las preferencias electorales. Este candidato, sin embargo, no es nuevo en la política, es un actor relevante desde hace por lo menos una década. Ha sido alcalde, gobernador regional y congresista, además de haber hecho alianza con en la campaña presidencial pasada. Pese a este currículo, Acuña sigue siendo el descubrimiento para muchos electores y, frente a sus otros competidores, es visto como el candidato chico que se ha inmiscuido en las ligas mayores de la política nacional.

Hagamos un paralelo: cuando David enfrentó a Goliat, la historia de la lucha del pequeño contra el gigante, aquel optó por una estrategia no convencional. Goliat era experto con la espada y en el cuerpo a cuerpo. David calculó que enfrentándose en su cancha estaba perdido y optó por alejarse y utilizar una honda. 

Una de las piedras que lanzó tumbó al gigante. Esta historia no solo narra la astucia de David, sino la debilidad de un gigante que parecía invencible. Esta historia la utiliza el sociólogo canadiense para mostrar ejemplos de cómo a veces ganan los que se espera que pierdan: los ‘underdogs’.

En esta campaña electoral, Acuña puede ser visto como un David frente a los experimentados Goliats de la política nacional. Este candidato no surgió en el centro de la política nacional, sino en la periferia. Acuña optó por conquistar el norte peruano, por ser un cacique regional, para luego emprender la captura del centro limeño. 

Por otro lado, este candidato ha hecho fortuna mediante la proliferación de universidades de bajo costo. Esto le ha permitido librar dudas acerca del financiamiento de su campaña, que sale de su bolsillo. Los otros candidatos seguramente han tenido que pasar el sombrero a aportantes, lo que origina que se los perciba como hipotecados a esos intereses. 

En estos momentos los ataques a Acuña lo fortalecen. Siguiendo con la historia bíblica, es como si Goliat intentara lanzarle piedras a David, solo para que David las use con su honda. Cuando el ‘establishment’ político y los limeños nos burlamos de Acuña, por ejemplo, por su manera de hablar o leer, nos estamos burlando del ciudadano común, con sus defectos y virtudes. 

Mas aun, la percepción es que esos ataques vienen desde los dinosaurios de siempre, desde Lima, que ningunea a las provincias, desde los ilustrados que menosprecian al pueblo.

Sin embargo, el camino de Acuña rumbo a la segunda vuelta no está libre de piedras. De hecho, la parábola de David frente a Goliat es una anomalía estadística. Por cada David que venció a un gigante, hay cientos que terminaron vencidos.

Hasta el momento la estrategia le está funcionando, pero no es suficiente. Según la última encuesta de Ipsos, el techo de este candidato, aquellos que definitivamente no votarían por él, está en 47%. Para romper ese techo, Acuña tendría que salir de su zona de confort y ampliar su estrategia de campaña para convencer a más votantes. En esa movida no tendría que acercarse a los Goliats de la política, que con un abrazo del oso podrían asfixiarlo. 

Por último, los competidores chicos siempre generan más simpatía que los grandes, pero eso no significa que sean los mejores tras la victoria. David estaba destinado a ser rey de Israel, pero nosotros los peruanos tenemos que escoger un presidente, y los antecedentes de Acuña siembran dudas sobre si dará la talla. Plata como cancha no es sinónimo de ‘cancha’ en la política.