Google solucionará resultados “inapropiados” de búsquedas
Google solucionará resultados “inapropiados” de búsquedas
Enzo Defilippi

Yo soy un fan de . Me gustan sus productos, su filosofía y su actitud innovadora. Hasta tengo instaladas en mi teléfono aplicaciones que solucionan problemas que ni tengo. Lo que no me gusta, como a ningún consumidor, es que mi admiración por sus productos me impida usar los de otros. Ya sea limitando el acceso a ellos o buscando eliminar los incentivos a inventarlos.

Precisamente de eso ha encontrado culpable la Comisión Europea a Google: de abusar de su posición de dominio en el mercado de sistemas operativos ( tiene el 80% del mercado mundial) para imponer limitaciones a fabricantes de teléfonos y operadores de red que previenen el surgimiento de rivales y refuerzan su dominio en el mercado de búsquedas (del cual proviene la mayor parte de sus ingresos). ¿Cómo? Condicionando el licenciamiento de Android a la preinstalación obligatoria de la aplicación de búsqueda Google y del browser Chrome (cuyo motor de búsqueda por defecto es Google), y a la firma de contratos de exclusividad que previenen la preinstalación de aplicaciones de la competencia. La Comisión argumenta que esto tiene por única finalidad asegurar que las búsquedas realizadas desde teléfonos que usan Android sean hechas a través de Google. Y por esa conducta ha multado a esta empresa con US$5 mil millones (equivalentes al 2,5% del PBI peruano). Hace un año ya la había multado con US$2,7 mil millones por usar el algoritmo de su motor de búsqueda para priorizar su servicio de compras online sobre sus rivales.

¿Por qué preinstalar ciertas aplicaciones tiene tanta importancia si luego se pueden instalar otras? Porque la evidencia muestra que muy poca gente lo hace. De acuerdo con la Comisión, en teléfonos que usan Android el 95% de las búsquedas se hace a través de Google, pero en teléfonos que usan Windows estas no llegan al 25% (una muestra más del poder del ‘nudge’ del que habla el Nobel de Economía Richard Thaler).

En mi opinión, a pesar de que algunos aspectos de la decisión puedan resultar controversiales (como el papel que juega Apple en la limitación del poder de Google en el mercado de licenciamiento), los argumentos de la Comisión son contundentes. El razonamiento es similar al usado cuando multó a Microsoft por preinstalar el browser Explorer en todas las computadoras que usaban el sistema operativo Windows: que se trata de una estrategia para que la empresa extienda la posición de dominio que goza en un mercado a otros relacionados. Y si bien la decisión no ha estado exenta de críticas, las que he leído no se refieren a los argumentos que la sustentan sino a sus efectos disuasivos. Es que esta multa, la más alta de la historia, solo representa el 5% de los ingresos globales anuales de Alphabet, la matriz de Google. Y un año después del fin del caso del servicio de compras online, pocos competidores (menos de 6%) aparecen en las búsquedas hechas a través de Google.

Yo, la verdad, no puedo evitar seguir queriendo a Google. Lo que sí puedo hacer es dejar de usar sus aplicaciones si cree que podrá mantener mi cariño espantando rivales potenciales. Eso es pura inseguridad.