Los artistas y la política, por Arturo Maldonado
Los artistas y la política, por Arturo Maldonado
Arturo Maldonado

El domingo fue la gala de los Globos de Oro, la premiación que la asociación de prensa extranjera hace a la producción hollywoodense. En esta última edición, Meryl Streep, quizá la actriz viva más importante en la actualidad, recibió un premio honorífico por su trayectoria. En su discurso, y sin mencionarlo directamente, se refirió a Donald Trump, el presidente electo estadounidense. Casi de inmediato y a través de Twitter, el aludido Trump respondió calificando a Streep como una actriz sobrevalorada y lacaya de la perdedora Hillary Clinton.

El 20 de este mes, Trump finalmente asumirá su cargo en acto público. Se acostumbra que en la ceremonia haya un concierto que celebre la asunción al mando. En el pasado, la inauguración del mandato de Barack Obama estuvo acompañada por estrellas como Beyoncé o Shakira. En esta ocasión, Donald Trump está teniendo muchos problemas para conseguir artistas de talla que quieran subirse al estrado en su inauguración. Músicos como Elton John o Celine Dion se han negado a la invitación y al parecer el show presentará artistas de segundo orden.

Es cierto que hay renombradas figuras que apoyaron a Trump en la campaña, como Clint Eastwood, pero en el balance es claro que el apoyo artístico a la opción republicana palidecía en comparación al de la opción demócrata. 

En el plano local –y en una categoría relativamente menor– se puede detectar un patrón similar. Recordemos la campaña por el No a la revocatoria donde artistas como Mónica Sánchez, Christian Thorsen o Claudia Dammert, entre otros, se sumaron. En la última campaña presidencial también hubo artistas expresando sus opiniones públicamente, sobre todo los que rechazaban la opción de Keiko Fujimori, como Gustavo Bueno o Daniel F. En el fujimorismo también se podía observar respaldos, como el de Karina Calmet o Fiorella Cayo, pero así como en Estados Unidos, en el balance, los artistas que apoyaban a Fujimori escaseaban.

Los políticos cada vez más necesitan de figuras públicas y carismáticas que los respalden. Esto es palpable durante las campañas donde un gasto importante en los mítines es la presencia de artistas reconocidos. Aunque en esos casos se trate de contratos por shows y no de respaldos políticos. El grupo Rio, por ejemplo, tocó en el mitin de cierre de Kuczynski y en el de Fujimori por igual, aunque en el de Fuerza Popular evitó el tema “A la droga dile no”. En algunas ocasiones, sin embargo, estos respaldos sí son genuinos y representan la expresión política e ideológica del artista.

¿Por qué parece que existe esta asimetría en el apoyo de artistas hacia ciertas opciones políticas? Una opción es que los artistas que tienen opciones liberales, progresistas o de izquierda sean más vocales. Siguiendo esta posibilidad, no se trata de que el conjunto de artistas tenga un sesgo particular, sino que se podría encontrar artistas de diferentes tendencias políticas, solo que unos expresan sus opiniones públicamente, mientras otros las guardan. Las razones por las que las guardan pueden ir desde la reserva hasta la vergüenza. 

Otra opción es que se trate de un sesgo de selección. Es decir, que las carreras artísticas llamen de manera preferencial a personas con esas opciones políticas determinadas. Dentro de esta hipótesis, el gremio artístico estaría sesgado políticamente desde el origen.

Independientemente de la causa, un probable efecto es que este sesgo artístico no tenga consecuencias políticas, ya que estos personajes estarían predicando a los conversos. O, por el contrario, que estos artistas sean líderes de opinión y ayuden a obtener ese margen electoral que, aunque pequeño, puede definir una elección. En este último caso, el capital simbólico se convertiría en capital político.