¿Es o no chavista?, por Carlos Adrianzén
¿Es o no chavista?, por Carlos Adrianzén
Carlos Adrianzén

Resulta curiosa la aparente convicción con la que algunos asumen lo que no son. Sobre todo cuando son vinculados con gobiernos fracasados. No importa que el supuesto indignado mantenga una inclinación pública por las mismas ideas que esos gobiernos. Al ser señalado, lo negará, se indignará y esperará que le creamos. Algo que no podemos negar es que, gracias a nuestra pasividad, hay quienes logran despistarnos.

Un buen ejemplo es el chavismo. Hace más de una década Venezuela optó por un régimen mercantilista-socialista e invirtió enormes recursos en establecer o financiar regímenes satélites en toda la región –posible gracias a los altos precios del petróleo de entonces–.

Pero ¿qué es el gobierno chavista además de un régimen socialista, totalitario y corrupto que controla los medios y divide al país? ¿Cuál es su política económica? Hoy sabemos cuánta pobreza y atraso ha traído. Anticipamos, también –y por nuestra experiencia con el velascato–, cuántas décadas le tomará a Venezuela revertir los retrocesos. Por eso, es útil conocer su manejo económico.

Desdichadamente, implementar un régimen chavista en un ambiente de débil institucionalidad es fácil. Basta con introducir una Constitución proteccionista y totalitaria para controlar precios, tipos de cambio e intereses, y aplicar reglas aislacionistas y mercantilistas (para consolidar respaldos empresariales locales). Además, quebrar los contratos y, gradualmente, coaccionar todas las libertades que los ciudadanos permitan. Con esta receta, el abuso y el empobrecimiento están asegurados.

Gracias a estos antecedentes, hoy el chavismo es una mala palabra. Y los chavistas lo saben. Incluso la candidata del Frente Amplio, Verónika Mendoza, y sus colaboradores se indignan cuando un competidor de izquierda algo más moderada la etiqueta de chavista. ¡Oh, qué oprobio! ¡Qué traición! ¡Qué bajeza!

Soy enemigo de las discusiones que acaban con etiquetas, pero estas existen para llamar a las cosas por su nombre. Esto nos lleva al título de este artículo. ¿Mendoza es una chavista o no? Para responder, no veamos solo sus antecedentes políticos. Descubramos las cartas. 

¿Qué nos ofrece su plan de gobierno? Revisándolo minuciosamente, es un calco chavista. No importa cuánto lo nieguen (el propio Chávez también lo negó al principio), implica reglas socialistas-mercantilistas y con fracaso económico asegurado, si los dejamos.

Insisto, aunque nos jure que no es chavista, lo es hasta la médula. Lea su programa de gobierno y no le quedarán mayores dudas. Y si se lo repiten a alguno de sus diligentes colaboradores, lo insultarán y denostarán con adjetivos, nunca con ideas sólidas.