Cree su empresa en una hora, por Iván Alonso
Cree su empresa en una hora, por Iván Alonso
Iván Alonso

Entre foto y foto, destrabando el uno, diversificando el otro, los ministros de Economía y de la Producción podrían darse un tiempo para una reforma menos glamorosa, pero que abriría las puertas de la formalidad a millones de personas. La informalidad, que da cuenta de al menos dos de cada tres empleos en el país, tiene seguramente múltiples causas. Pero el costo de constituir formalmente una empresa debe de ser una de las más importantes.

Registrar una nueva empresa no tendría por qué ser más complicado que registrar a un recién nacido. Sin embargo, lo es. Infinitamente más complicado. Y no porque sea un hecho más trascendente, sino porque está lleno de requisitos innecesarios y absurdos.

El sainete comienza llevando a la notaría la minuta de constitución que ha preparado su abogado, en la que usted y sus socios declaran su voluntad de constituir una empresa, le dan un nombre y asignan las responsabilidades de la gestión. Tendrán que adjuntar una constancia de haber depositado el “capital” de la nueva empresa. O sea que deberán ir a un banco a abrir una cuenta a nombre de una empresa que todavía no existe. Les pedirán el número de , pero no tienen porque la empresa no está registrada. Dirección: tampoco tienen. Aun así, el banco les abre la cuenta y les recibe el depósito.

Ahora pueden volver a la notaría para que el notario certifique sus firmas. En esto sí estamos muy avanzados porque la certificación es virtual: no es necesario que el notario se haga presente para ver con sus propios ojos que las firmas que está a punto de legalizar las han estampado ustedes. Antes de retirarse, una cámara de bolsillo inmortalizará el momento y guardará la prueba fehaciente de que usted y sus socios estuvieron allí para firmar.

La minuta o testimonio irá luego a la oficina de registros públicos. El registrador estudiará la solicitud y, si en el lapso de dos semanas no descubre que las firmas estuvieron indebidamente legalizadas o algo por el estilo, la nueva empresa verá la luz.

Para entonces usted y sus socios habrán gastado más de mil soles en trámites, lo que para muchos potenciales empresarios puede ser una parte importante del capital con el que pensaban iniciar el negocio. Además han tenido que inmovilizar en el banco una cantidad adicional para evidenciar el capital de la nueva empresa. No es ninguna sorpresa que la mayoría de emprendedores decida obviar el trámite y comience a operar en la informalidad.

¿Hay manera de facilitar la creación de empresas formales? Claro que la hay. Si para inscribir a un hijo no le piden a uno la firma legalizada notarialmente, ¿por qué no pueden ir usted y su socio directamente a registros públicos y firmar delante del registrador para constituir la empresa? Lo que hoy toma tres semanas, como mínimo, no debería tomar más de una hora.

¿Qué sentido tiene, por otra parte, exigirles a los futuros socios acreditar el capital con un depósito bancario, si apenas terminado el trámite pueden volver al banco y retirar hasta el último centavo? El valor de los derechos registrales pagados debería ser el capital con el nace toda empresa nueva. Si después lo quiere aumentar, puede ir en ese momento a la notaría.

No solamente hay que destrabar los grandes que salen en los periódicos, sino también el acceso a la formalidad de la gente de a pie.