Devaluados, por Carlos Adrianzén
Devaluados, por Carlos Adrianzén
Carlos Adrianzén

En medio de las noticias económicas chinas y de los mercados globales, resulta crucial no perder perspectiva y enfocarnos en detalles que sugieren mayor importancia en el panorama local. Uno de ellos es la posibilidad de que se recategorice la en la calificación de la corporación y pase de ser una bolsa emergente (con un mercado bursátil y una economía atractiva) a una bolsa frontera (con un mercado y una economía opacas).

Esto ha despertado sugestivas posiciones. Así, destacan los asustados que sostienen que la previsible rebaja generará un retiro masivo de capitales en nuestra plaza. Sobre este temor cabe tomar en consideración dos precisiones: 

Primera: el índice MSCI tiene un carácter informativo. Sus constructores se cuidan de destacar que no recomiendan nada ni brindan consejo o recomendación para invertir. Tienen tanto prestigio como los índices similares de la agencia Standard & Poor’s o el diario “”.

Segunda: aunque no descartamos que esta recategorización afecte negativamente el flujo de inversiones hacia el país, es necesario recordar que esto ya nos está pasando. Las cifras recientes de nuestra balanza de pagos reflejan una evolución negativa de los influjos de capitales. Desde marzo pasado estos se han reducido perceptiblemente. Así, los influjos anualizados de inversión extranjera directa se comprimieron en casi 3% del PBI y las inversiones de portafolio en alrededor de 2%. 

De la mano con estos estremecidos están también los calmados. Para ellos, aquí no pasa nada. A estos ni los tomemos en serio. Una plaza que aspira a emerger requiere una expansión sostenida de las oportunidades de inversión. Escenario que, hoy por hoy, no nos corresponde (al menos desde que elegimos a la parejita y sus agendas perdidas). 

En el bullicio aparecen también los entusiastas. Este grupo nos plantea “hacer una campaña nacional” –burócratas, diplomáticos, especialistas y público en general– para rogar que no nos recategoricen. Esto como si una pintoresca campaña local fuera a cambiar el fondo de la historia (las cifras y políticas reales de naciones como Argentina, Kenia o el Perú humalista).

Por último, están los enfocados. Según ellos nos recategorizan por una barbaridad tributaria local (el impuesto a las ganancias de capital en la bolsa). Pareciera que no queremos interiorizar lo obvio. No estamos hablando de solo otra barbaridad tributaria sino de múltiples errores perpetrados en la política económica local durante los últimos años (no solo reflejados en nuestro manejo de corto plazo, sino en el retroceso en materia de reformas y de predictibilidad institucional). 

Lo creamos o no, nos guste o no, nos devalúen o no: retrocedimos severamente en estos años. Aquí nuestro peor enemigo podemos ser nosotros mismos. Nos daña creer que ya hemos hecho lo que nunca terminamos de hacer (las reformas de mercado). O, lo que es peor, creer que los errores de los últimos años configuraron las reformas que necesitábamos.

Nuestro reto hoy es claro: tomar las acciones requeridas para volver a ser una plaza de mercado emergente. ¿Entendemos esto? ¿Es verosímil que reaccionemos?