(Ilustración: Giovanni Tazza)
(Ilustración: Giovanni Tazza)
Enzo Defilippi

Las son este domingo y muchos no se han dado ni cuenta. Probablemente, porque ninguno de los candidatos ha hecho propuestas convincentes sobre cómo solucionar los problemas de la ciudad.

Para mí los principales son dos: la delincuencia y el transporte. Lamentablemente, no es mucho lo que se pueda hacer desde la municipalidad para solucionar el primero. Si el crimen alguna vez se reduce en Lima, va a ser porque la policía, el Ministerio Público y el Poder Judicial están haciendo un buen trabajo. Sin importar lo que digan los candidatos, la contribución del alcalde en este tema no pasa de ser marginal.

En el caso del transporte, el rol de la municipalidad metropolitana sí es crucial. Y no solo en lo referente a la regulación y supervisión de los servicios prestados por taxis y autobuses (competencias que probablemente sean transferidas a la autoridad de transporte urbano próxima a crearse) sino, sobre todo, por su capacidad para planificar la ciudad. Sí, porque la demanda por transporte es consecuencia, básicamente, de la relación entre el lugar donde vive la gente, su número, y el lugar donde trabaja o estudia. Si, como sucede en Lima, la mayor parte de los puestos de trabajo y los centros de estudio están concentrados en pocos distritos centrales cuando el 75% de la población vive en la periferia, sí o sí se va a producir congestión cuando todos queramos ir a trabajar o estudiar. No hay oferta que aguante tanta demanda.

Contrariamente a lo que muchos creen, ampliar la infraestructura existente, si bien es necesario, no va a solucionar el problema, ya que la población de los distritos más alejados es la que está creciendo más rápido. Sin una adecuada planificación siempre habrá más gente necesitando movilizarse que capacidad para hacerlo en un tiempo razonable.

El perjuicio que genera el crecimiento no planificado a los habitantes de la ciudad es enorme. De acuerdo con Paloma Ruiz, especialista de la CAF, solo las ineficiencias del sistema de transporte en términos de mortalidad, morbilidad, cambio climático y similares nos cuestan más de US$500 millones anuales (cifra similar a la que el Gobierno Central transfirió como presupuesto a Lima y Callao en el 2017). Y lo que gasta un limeño promedio en movilizarse es el doble de lo que gasta un europeo promedio en proporción al salario mínimo y cuatro veces más en relación con el salario promedio.

Lo más triste es que una parte desproporcionadamente alta del costo de la congestión es pagado por los más pobres, que en su mayoría viven en las zonas más alejadas. En efecto, de acuerdo con la misma fuente, el 40% de las personas que trabajan y utilizan transporte público o privado emplea dos o más horas al día para ir a trabajar, pero el 90% de los que emplean tres o más horas vive en distritos alejados en donde hay pocas oportunidades laborales. Esto quiere decir que una autoridad metropolitana que no planifica adecuadamente la ciudad está ayudando a perpetuar las condiciones de pobreza de los limeños más necesitados.

¿Ha escuchado, querido lector, qué propone sobre este tema el candidato por el cual votará? ¿Y aun así piensa votar por él?