¿Giro o sajiro?, por Arturo Maldonado
¿Giro o sajiro?, por Arturo Maldonado
Arturo Maldonado

es caviar, es socialista, Humala pasó del polo rojo al polo blanco y García cambió el antiimperialismo por la doctrina del perro del hortelano en el gobierno. La transformación de ideas de los políticos en campaña no es novedad. Ha sucedido y seguirá sucediendo, sobre todo a medida que la ambición por el poder aumente.

El politólogo estadounidense escribió hace años que los partidos formulan políticas públicas para ganar elecciones, más que ganar comicios para formular políticas públicas. En el Perú, cambiamos partidos por candidatos y políticas públicas por promesas y entendemos que las declaraciones de los candidatos y sus autodefiniciones son, sobre todo, armas en la lucha por el puesto. Las ideologías serían, desde esta perspectiva, intercambiables y los políticos acomodaticios.

Sin embargo, cambiar de rumbo en temas polémicos, como la unión civil o el balance del trabajo de la , tiene un peaje por ser pagado. Humala necesitó del aval de garantes y afines, quienes ofrecieron declaraciones y firmaron comunicados que, de alguna manera, respaldaban que su (gran) transformación era sincera, que no se trataba solo de un sajiro para la tribuna y que debajo del polo blanco no seguía el amenazante polo chavista. Finalmente, el cambio fue consumado cuando nombró al primer ministro de Economía de su gobierno y al presidente del .

La falta de credibilidad en la movida electoral puede tener como consecuencia un balance negativo en las sumas y restas: atraer a pocos dudosos y perder a muchos fieles. No sabemos qué cálculo electoral ha hecho Keiko Fujimori con estas últimas declaraciones. Lo cierto es que hay varias interpretaciones, dependiendo del nivel de credibilidad que tiene este primer atisbo de movida al centro. Por un lado, están quienes no le creen y nunca le creerán. El padre no es un buen referente, por supuesto. Para este grupo, no es suficiente con unas afirmaciones. De hecho, para hacer creíble un giro de una derecha conservadora popular a una posición de centroderecha liberal no es suficiente con palabras. Hay un grupo que requiere gestos más firmes. Es quizá a este grupo al que apunta la candidata y al que busque convencer con hechos como una probable lista congresal libre de albertistas, por ejemplo. Esto marcaría el fin de una transición en el liderazgo fujimorista, que ha ocurrido progresiva pero inexorablemente desde la caída de Alberto Fujimori.

Un tema preocupante es qué pasará si sale electa presidenta. ¿Seguirá con el discurso liberal de respeto a las instituciones? ¿Impulsará su bancada los temas que ahora dice apoyar? Cuando los ciudadanos votaron por su padre, lo hicieron contra el ‘shock’ económico de Mario Vargas Llosa. Cuando votamos por García en el 2006, no lo hicimos por el discurso del perro del hortelano. Cuando elegimos a Humala, no pensamos que su gobierno iba a ser igual o peor a como hubiera sido uno de PPK. Esto es peligroso. El voto es un minúsculo instrumento individual que usamos cada cinco años para elegir un gobernante. Si ese instrumento se devalúa y pierde su cualidad principal –agregar las preferencias electorales y llevarlas al sistema político–, entonces los ciudadanos podrían optar por otras estrategias, como la salida o la voz. Que los políticos acomodaticios no se quejen luego de que a los ciudadanos no les interesa la política y escapen de ese sistema que no los representa, y que no se abrumen con las protestas sociales que son una forma de recuperar la voz perdida. Esto de alguna manera es consecuencia de sus giros y sajiros oportunistas.