BCR reduce de 3,9% a 3,1% previsión de avance del PBI peruano
BCR reduce de 3,9% a 3,1% previsión de avance del PBI peruano
Carlos Adrianzén

Estos son tiempos diferentes. El entorno externo favorable, del cual medramos desde que implementamos las reformas de mercado a inicios de la década de 1990, se va oscureciendo. La reputación de la administración saliente, por su poca lucidez y las acusaciones de corrupción, empaña también el panorama. El inicio de la podría haber inyectado tranquilidad y esperanza, pero no es así.

La escasa lucidez de los candidatos hasta este momento es poco halagadora. Sin embargo, esperamos que las controversias preelectorales permitan decantar la demagogia e improvisación. Esta última expectativa es una prueba de que quien escribe es un optimista impenitente.

Tras dos décadas en las que la recaudación tributaria y el gasto del gobierno se inflaron a un ritmo que nadie anticipó, el panorama ha cambiado. Gracias a los errores de quienes trataron de cambiar de modelo, las exportaciones e inversiones privadas colapsaron simultáneamente. 

Así, nuestra capacidad de continuar inflando el gasto público ya es cosa del pasado. La recaudación cae, nos amenaza un y, aunque el gasto se modere, el déficit fiscal se abrirá. La burocracia de turno, en lugar de ayudarnos, nos esquilmará. Hoy ya no hay dinero y por un lapso indeterminado no lo habrá para continuar inflando presupuestos. 

Así, al menos habrá algo de orden: 

Primero, quienes hoy protestan deberán entender que resulta casi irrelevante avasallar al gobierno. Tal vez el obsceno edificio del Banco de la Nación se concluya, pero si el gobierno saliente actúa con algo de responsabilidad, la absurda modernización de la y el siniestro gasoducto del sur tomarán mucho más tiempo de lo previsto. Tanto la quimera de La Oroya como el ingreso de Petro-Perú al lote 192 serían ejercicios de ciencia ficción. 

Segundo, quienes hoy gobiernan deberán cargar con la cruz de haber empeorado el crecimiento de la última década. Ojalá tengan la dignidad para no quebrar la estabilidad macroeconómica ni echar mano de los ahorros de los trabajadores en las AFP.

Tercero, los candidatos deberán interiorizar que ya no hay plata para aventuras. Cualquier iniciativa, por un buen tiempo, deberá ser financiada con recortes, cierres, despidos, racionalizaciones, etc., en otros lados. Recuerde: elevar la presión tributaria solo traerá mayor evasión e informalidad.

Cuarto, quienes aspiran a elegir bien recuerden que –como repetía una ex primera ministra británica– el Estado no existe. Solo existen ustedes, los contribuyentes, quienes pagan las cuentas a las buenas, con más impuestos, o a las malas, como la Grecia actual y por algunas décadas más.

Si no he sido suficientemente claro, se lo repito: si le ofrecen maravillas en la campaña, con seguridad lo están engañando.