Incluir para crecer, por Iván Alonso
Incluir para crecer, por Iván Alonso
Iván Alonso

Coloquialmente no hay ningún problema en decir que el crecimiento económico es la causa que explica cosas como la reducción de la pobreza y el aumento del empleo. Nuestra propia historia lo confirma: mientras la economía crecía 6% al año, en promedio, la pobreza se redujo a menos de la mitad en los últimos diez años, y la pobreza extrema, a la cuarta parte. Pero, en realidad, son esas cosas como el aumento del empleo y la reducción de la pobreza las que “causan” el crecimiento, y no al revés.

La idea del crecimiento económico como causa supone que el crecimiento es la fuente de la que brotan las nuevas oportunidades de trabajo y los mayores ingresos que aumentan el empleo y reducen la pobreza; la fuente de donde chorrea el bienestar, como se decía antes. No es así. El crecimiento es simplemente el registro estadístico de los mayores ingresos que se generan en la economía, en parte porque van apareciendo nuevos empleos y en parte porque los que ya existen se hacen más productivos.

Pensemos, por ejemplo, en una cierta regularidad empírica que enuncian algunos economistas: “Necesitamos crecer 5% para dar empleo a los 200.000 jóvenes que ingresan cada año al mercado laboral”. No es que la economía tenga que crecer primero para crear los puestos de trabajo después. Si la economía crece 5% es porque ya se crearon esos puestos y seguramente hay un número de personas, jóvenes o no, que han comenzado o que han vuelto a trabajar. Pero no solo eso: 200.000 jóvenes ganando el sueldo mínimo agregan 3.000 millones de soles o 0,5% al PBI. Para llegar al 5% se necesita que la gente que ya estaba trabajando se vuelva más productiva, sea porque cuenta con más y mejores herramientas o porque deja de hacer lo que estaba haciendo para hacer algo diferente, en lo que puede ganar más.

Todo eso sucede no porque la economía esté creciendo, sino porque se dan las condiciones para invertir, crear empleo y mover los recursos a sus usos más valiosos. Suponemos que es eso y nada más lo que la gente tiene en mente cuando en sus conversaciones informales se refiere al crecimiento como causa de la reducción de la pobreza o del aumento del empleo. Hasta ahí, todo bien. ‘So far, so good’. Los economistas, sin embargo, necesitan más claridad en su forma de expresarse y los responsables del gobierno también.

Quienes acuñaron la frase “incluir para crecer” estaban en lo cierto, pero no por las razones que pensaban. La inclusión entendida como redistribución del ingreso aumenta momentáneamente la caapacidad de consumo de los beneficiarios, a expensas de los gastos de consumo o la inversión de quienes pagan los impuestos redistribuidos. No crea un círculo más amplio de intercambio entre gente que produce para el mercado, que es lo único que aumenta el total de la riqueza disponible en una sociedad.

Incluir para crecer significa incorporar a cada vez más gente en la institución más inclusiva que existe, el mercado; no solamente como consumidores, sino principalmente como productores. Un mercado libre adonde se pueda entrar y del cual se pueda salir sin mayores trabas, basado en relaciones contractuales más que en la regulación. Mucho tratar de proteger y controlar termina por dificultar la creación de empleo y la movilidad de los recursos, que es lo que al final del día se manifiesta en las cifras del crecimiento.