(EFE / EPA / ANDY RAIN).
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/ ANDY RAIN
Ian Vásquez

Cuando en el 2016 los británicos votaron a favor de dejar la Unión Europea (UE), no quedó claro que las reglas comerciales y demás aplicarían a la relación entre el Reino Unido y el bloque continental. Eso se tendría que negociar dentro de un período de transición.

Ese período acaba a fin de mes y todavía no se sabe qué reglas regirán sobre la relación comercial. Si las dos partes no logran negociar un acuerdo a tiempo, perderán el acceso libre de aranceles entre sus mercados. En cambio, se erigirán las barreras comerciales permitidas bajo las reglas de la Organización Mundial de Comercio (OMC), algo que pegará más fuerte al Reino Unido que a la economía europea, que es mucho más grande.

Este resultado no sería trágico, pues el arancel promedio dentro de la OMC es del 3%, pero sería un golpe para ciertos sectores, como el automotriz, en el que se aplicaría un impuesto del 10% a las importaciones. En todo caso, sería una pena y, a estas alturas, parece lo más probable.

Quienes abogaban a favor del ‘brexit’ argumentaban que, al salirse de la UE, el Reino Unido recuperaría su soberanía y mantendría, con toda probabilidad, el acceso libre al mercado europeo. Después de todo, otros países europeos que no son miembros de la UE tienen tal acuerdo. La UE tiene hasta un acuerdo comercial con Canadá, que libera prácticamente todos los bienes de aranceles.

Esa fue una de las razones por las que muchos liberales británicos respaldaban el ‘brexit’. Abandonar una UE que implicaba cada vez más regulaciones sobre el Reino Unido sugería la habilidad de desregular la economía británica con mayor facilidad en el futuro, liberalizar relaciones comerciales con el resto del mundo y mantener el libre comercio con Europa.

Queda claro que los liberales sobreestimaron la posibilidad liberalizadora. Sería más preciso decir que el ‘brexit’ ha ampliado el rango de opciones políticamente posibles. Esto se puede ver en las mismas negociaciones con la UE.

Hay varios puntos en los que el Reino Unido y la UE no están de acuerdo. Por ejemplo, la UE restringe la habilidad de los gobiernos de subsidiar sus industrias, pero el Reino Unido quiere ejercer su soberanía a favor de una política industrial más activa. A su vez, los británicos quieren desregular su economía más allá de lo que a la UE gustaría. Claramente, la UE quiere mantener al Reino Unido bajo su esquema regulatorio, pues parece que solo le interesa un acuerdo comercial si penaliza al país por ser más competitivo.

Todavía es posible que lleguen a un acuerdo comercial como el que tiene la UE con Canadá, pero esta probabilidad es baja. Es obvio que la UE está haciendo todo lo que puede para convertir la separación del Reino Unido en un proceso laborioso y doloroso para los británicos. Quiere advertir a otros países miembros que pueden no estar contentos con la evolución de la UE de no seguir ese camino.

¿Significará el ‘brexit’ un Reino Unido más abierto y libre, como imaginaban los liberales británicos? Es posible, pero en el corto plazo no lo creo. El Reino Unido está usando su plena soberanía para bien y para mal desde el punto de vista liberal. De todas maneras, la caída en la libertad económica que probablemente experimentará el país en los próximos años es algo que se está viendo en buena parte del mundo, incluso dentro de la UE, por lo que el ‘brexit’ no necesariamente sería su causa. Pero, ¿quién sabe? Si no logra un acuerdo con la UE, esto podría incentivar al Reino Unido a incrementar su competitividad y a desregular su economía todavía más de lo que tiene planeado.

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