Lecciones para esta luna de miel, por Arturo Maldonado
Lecciones para esta luna de miel, por Arturo Maldonado
Arturo Maldonado

Según una reciente encuesta de CPI, Pedro Pablo Kuczynski empieza su mandato con más del 70% de aprobación. Este porcentaje no es novedad. Los últimos tres presidentes bordearon los 60 puntos al inicio de sus mandatos. Este es el período llamado 'luna de miel', en el que la imagen de los mandatarios se ve fortalecida y en el que todavía no tienen un récord de desempeño para ser evaluados. 

Algunos presidentes tratan de reforzar esta imagen positiva con gestos hacia la tribuna. El actual presidente Kuczynski ha lanzado gestos como la rutina de ejercicios con su Gabinete o los mandamientos de gestión para sus ministros. Recordemos al ex presidente Alan García empezando muy temprano y puntualmente sus reuniones de Consejo de Ministros para diferenciarse de la “hora Cabana” de su predecesor y el gesto de rebajarse el sueldo como presidente. 

Otros presidentes se empeñan en malgastar este capital de simpatía inicial. Lo hizo Alejandro Toledo declarando que pensaba que la labor del presidente era más difícil y aumentándose el sueldo. 

La aprobación del desempeño del gobernante es como el voto que mes a mes se le da al presidente en funciones. La investigación ata esta aprobación ciudadana al rumbo de la economía. La idea es que el ciudadano hace ‘accountability’ simple y premia y castiga de acuerdo con su bolsillo. 

Los escándalos de corrupción también afectan a la aprobación; sin embargo, serían condicionales a la economía. Cuando la economía va bien, la corrupción no daña grandemente la popularidad del gobernante (lo contrario sucede cuando la economía está deprimida). 

El caso de Toledo es curioso dado que durante su gestión el país creció económicamente a tasas significativas. Fueron hechos políticos los que precipitaron su popularidad, como el ‘arequipazo’ del 2002. Luego de esta caída, Toledo no pudo recuperar su simpatía ciudadana sino hasta el final de su mandato. Incluso hechos como la muerte del alcalde de Ilave y el ‘andahuaylazo’ llevaron a caídas profundas en su aprobación.

En el gobierno siguiente, la popularidad de García también cayó; sin embargo, logró mantenerla en un equilibrio intermedio, alrededor del 30%. Durante su mandato, la economía también mostró buenos indicadores. Es quizá por este motivo que escándalos de corrupción, como los ‘petroaudios’, no afectaron su popularidad a niveles de su antecesor.

El gobierno de Ollanta Humala mantuvo una alta aprobación hasta finales del 2012. La suerte de Humala ha estado muy unida a la de su esposa Nadine Heredia, cuya imagen de frivolidad hizo que cayera hacia el tercer año del gobierno humalista, con una aprobación de alrededor de 25% y de un 15% hacia el final. 

De la experiencia de gestiones anteriores, el actual presidente podría sacar algunas conclusiones. En la medida en que el presidente Kuczynski continúe con su política de gestos y lejos de la pose de frivolidad que tanto afectó a Toledo o a la ex primera dama Heredia, entonces podría lograr que la caída (inevitable) de su popularidad no sea tan rápida ni tan profunda. 

En segundo lugar, es muy probable que la economía no repunte a los niveles que observamos durante los gobiernos de Toledo y García. Esto podría originar que los escándalos de corrupción mellen grandemente la popularidad del presidente. Kuczynski tiene que estar alerta a esos casos y responder rápida y contundentemente si no quiere que la corrupción manche su aprobación. 

Finalmente, es necesario estar atentos a los conflictos sociales. Durante los gobiernos de Toledo y García fueron detonantes de la baja en su popularidad. Los conflictos sociales han salido de la agenda, pero eso no significa que no puedan volver con una fuerza que arrastre el capital de popularidad del presidente.