No me gusta, no pago, por Franco Giuffra
No me gusta, no pago, por Franco Giuffra
Franco Giuffra

Todo indica que a los no les gusta pagar cuando visitan un centro comercial. Les molesta que les cobren por ese servicio y, por tanto, quieren eliminarlo o disponer ellos cómo se debe manejar. Es un abuso que los privados decidan por su cuenta. 

Parece una tontería, pero a ese tema han dedicado ya tres proyectos de ley, mal escritos y pensados. No valdría la pena dedicarles mayor análisis si no fuera porque en ellos se plasma su particular desentendimiento de lo que significan la empresa privada y la economía de mercado.

El primer intento de intervenir absurdamente en el negocio de los privados lo lideró en el 2011 don , cuyo proyecto de ley establecía que la primera hora de estacionamiento se puede cobrar completa, pero a partir de la segunda solo en fracciones de 15 minutos. 

El análisis costo-beneficio de esa propuesta tiene la siguiente profundidad: “Esta iniciativa legislativa no generará costo alguno al Estado. Por el contrario, significa un beneficio para millones de personas, cautelando sus derechos como consumidores”. 

En el 2013, don volvió a la carga con el proyecto de ley 2894. Según la exposición de motivos, como las tiendas y centros comerciales están obligados a contar con estacionamientos, entonces ya no pueden cobrar por su uso. Hacerlo es un abuso de su posición de dominio. El estacionamiento debe ser gratuito para quien consuma 0,4% de una UIT (unos S/.15 en este momento) y los primeros 45 minutos serán gratis, con consumo o sin él.

Es decir, estos ilustres caballeros y sus respectivos cofirmantes armaron el tarifario a los centros comerciales porque les salió del forro. Según ellos, uno se puede comprar unas salchipapas y una gaseosa y tiene derecho a quedarse estacionado todo el día, incluso mientras se va a trabajar a otro lado. ¿Por qué no disponen que el vendedor de fotocopiadoras debe suministrar repuestos gratis a sus clientes para toda la vida?

La obsesión del intervencionismo fujimorista no se detuvo allí. En marzo de este año, don Octavio Salazar encabezó otra propuesta. Los locales comerciales no pueden cobrar por la primera hora de estacionamiento; a partir de la segunda pueden hacerlo, en fracciones de 15 minutos.

El texto que sustenta este proyecto no alcanza el nivel de razonamiento de una composición de ‘kindergarten’. Sus autores seguramente comparten los hábitos de lectura del presidente , a juzgar por el pleito terrible que tienen con el lenguaje y la lógica.

El sesudo discernimiento sobre cómo su proyecto afectará a los inversionistas, inquilinos y clientes de estos locales es más o menos así: si no se cobra parqueo, la gente irá más contenta a comprar y eso elevará las ventas. Todos ganan. ¿Cómo no la vieron antes los propietarios de los centros comerciales?

Hay otras cosas que provocan risa en estos proyectos, como el hecho de que algunos congresistas apoyen más de uno, a pesar de que los tres plantean cosas diferentes. Fuera de ello, lo que suscita verdadero espanto es que estos señores no tengan idea de cómo funcionan la economía, las inversiones, los precios y los incentivos. Simplemente, fueron un domingo a comprar, les cobraron por estacionar y se levantaron el lunes con una fiera determinación: “Esto hay que cortarlo de raíz”. Y se amputaron el sentido común.