A mí no me cumbé, por Franco Giuffra
A mí no me cumbé, por Franco Giuffra
Franco Giuffra

Muy rápido hemos pasado de la preferencia a la crítica, de allí a la advertencia y luego a la convicción de que el fin del mundo está cerca. Hay que ubicarse. No se va a acabar el Perú si gana Keiko Fujimori, como no se acabó cuando ganó Ollanta Humala.

Tampoco es verosímil que si triunfa la señora se reinstalan ipso facto Vladimiro en el SIN, Blanca Nélida en la fiscalía y Hermoza Ríos en el Comando Conjunto. Que salen todos de la cárcel o vuelven de sus exilios y retrocedemos veinte años. Que se acaba la prensa libre, se instala un narcoestado, se cierra el Congreso, Atila resucita y del cielo descienden bolas de fuego.

No, pues. Las cosas no se suceden de esa manera lineal e inevitable. Hay humores sociales que son dinámicos y circunstancias impredecibles. Para comenzar, ya no somos los mismos, por decirlo poéticamente. De lo contrario, seguiríamos planeando la Batalla de Tarapacá o reforzando el Real Felipe.

No hay que creernos, en fin, que vivimos la etapa más importante de la historia. Que con nosotros se abre el Mar Rojo, se funda Babilonia y se aclaran todas las dudas. Y se define el destino del Perú para los siglos por venir. ‘Sorry’: no somos tan importantes, ni todo está en juego. Hay que ubicarse.

Como están las cosas, hay que decidir nomás. Pensando en los próximos años y no en el país que queremos para nuestros nietos, porque realmente ese futuro distante no se definirá este domingo. Ni sabemos lo que traerá, ni en qué condición nos encuentre.

En lo personal, no me gusta el fujimorismo. No creo que repita las barbaridades del pasado, pero tiene un pedigrí poco democrático. Además, una tolerancia a la corrupción que se ha vuelto a poner en evidencia. No les incomoda.

No me gusta la señora Keiko. En los debates se ha mostrado prepotente, poco noble y agresiva. Ha repetido machaconamente cosas que no son ciertas, faltando a la verdad de forma deliberada. No me inspira confianza.

Su plan es de regular factura. Como el de PPK, pone mucha insistencia en el rol del Estado. Sus ideas sobre seguridad ciudadana son insuficientes para atacar este problema y su propuesta del 24x24 me parece peligrosa. Lo mismo que las ocurrencias de sus asesores de última hora.

Por encima de todo, carece de experiencia. En el único trabajo que ha desempeñado, su performance ha sido mediocre. Puso un récord mundial de inasistencias, tanto a las sesiones plenarias como a las de las comisiones que integró. Su producción legislativa fue igualmente paupérrima.

Fuera de su partido, en donde ha heredado el liderazgo, no creo que haya hecho nunca un presupuesto, o demostrado trabajo en equipo, capacidad de persuasión, pensamiento estratégico. Como nunca ha trabajado realmente, es difícil saber si tiene pensamiento creativo, habilidad para influir en sus pares y otras varias competencias profesionales que, a su edad, ya debería haber demostrado.

Los antecedentes de su grupo político son oscuros. Parte del entorno que la rodea parece tener ribetes delincuenciales pero ella se siente tranquila de no haber indagado al respecto. Sus gestos, estilo y poses no me transmiten buenas vibras. Y carece de antecedentes laborales.

Esta es una página de opinión, de manera que con todo respeto me permito expresar la mía. No tengo claro si Keiko es la misma pelona o si ha cambiado. Pero con lo que puedo ver ahora me basta: a mí no me cumbé.