Una nueva oportunidad, por Franco Giuffra
Una nueva oportunidad, por Franco Giuffra
Franco Giuffra

Siempre hay motivos para ser optimistas y la instalación de un nuevo gobierno es una buena excusa para intentarlo. Sobre todo porque, en este caso, significa el final de un quinquenio gris, apático, anodino: un gobierno dedicado a la nada. O, más precisamente, a Nadine.

Desde el punto de vista empresarial, este fue un ciclo de retrocesos. Era previsible, dado el confuso ‘compósito’ ideológico del presidente, su desconfianza hacia el lucro y la desorientación detrás del “incluir para crecer”. Humala debutó hace cinco años promulgando el Reglamento de la Ley de Seguridad y Salud en el Trabajo y a partir de allí se marcó la pauta. No hay sector económico o unidad empresarial, de todo tamaño, que no haya sufrido la complicación, burocratización o encarecimiento de su actividad por razones regulatorias.

¿Por qué ha sido este un gobierno tan pernicioso en esta materia? Muy probablemente por la severa falta de liderazgo, de convencimiento y conocimiento. El presidente simplemente no entendía la relación causal entre las cosas, la forma como la ley crea o destruye incentivos o el funcionamiento empresarial. En ese contexto, la burocracia ministerial encontró pista libre para multiplicar sus requisitos, trámites, prohibiciones y cobros. Sin ningún contrapeso. ¿Qué ministro o congresista del nacionalismo iba a jugar su pellejo cuestionando una norma con el argumento de que iba a afectar al sector empresarial? 

Para muchos observadores, en efecto, ha sido un verdadero misterio constatar que varios ministros técnicos y creyentes de la economía libre hayan podido estampar su firma en decenas de decretos y reglamentos esencialmente antimercado. Humala creía que gobernar era asistir a los pobres y poco más. Incluso en esta materia, su percepción de la realidad ha sido tan incompleta como para llevarlo a declarar hace poco que su gobierno cumplió finalmente con la gran transformación. 

Excepciones escasas de esta actitud benevolente frente al entrampamiento de la actividad empresarial han sido la Comisión de Eliminación de Barreras Burocráticas de Indecopi y, más tímidamente, el Ministerio de la Producción en algunos temas de los sectores acuícola, forestal, textil y logístico. Ciertamente, si uno considera que la actividad empresarial privada es una cosa mala y ruin, el estado actual de hiperregulación es fantástico. No cabe facilitar la vida de las empresas si uno no cree en la economía de mercado, la importancia de la inversión, los precios como mecanismo de asignación de recursos, el comercio libre, etc. 

Por el contrario, si los funcionarios están persuadidos de que el desarrollo empresarial y la inversión privada son el motor principal del progreso de una sociedad, la eliminación de trabas, trámites y regulaciones excesivas es una imperativa necesidad. Ahora tenemos una nueva oportunidad. Todo parece indicar que la nueva administración, empezando por el flamante presidente, tiene claro que la asistencia social es solo una parte de la ecuación del progreso. El resto es crecimiento económico, inversión, actividad privada en general.

De todo lo que hay ahora por hacer en el frente empresarial, el tema laboral es sin duda la tarea monumental. Ojalá la nueva hornada de congresistas comprenda que toda la legislación laboral y todos los beneficios creados y por crearse son una ilusión que solo alcanza a una minoría afortunada. 

Suerte al nuevo gobierno. Espero que tenga la sabiduría y la fortaleza para avanzar en la recuperación de los principios de la economía de mercado, el libre cambio y la libertad.