¿Qué nos pasa?, por Carlos Adrianzén
¿Qué nos pasa?, por Carlos Adrianzén
Carlos Adrianzén

Desvanecidas ya las repercusiones de lo que ojalá sea el último discurso presidencial humalista, el grueso de la gente se pregunta: ¿qué nos sucede? ¿Estamos en crisis o solo atravesamos una etapa preelectoral? Fase que, repiten muchos, será fácilmente revertida ni bien elijamos al próximo gobierno y este tome acciones apropiadas para reconectar el crecimiento. 

Hemos perdido el paso. La actual administración ha quebrado el , que tuvo un promedio anual de 6,5% durante una década. Hoy, con 1,8% anualizado a junio, roza la cuarta parte del ritmo recibido del gobierno anterior.

Los dos principales correlatos son los decaimientos de la inversión privada y de las exportaciones. El problema con el simultáneo colapso inversor privado y de exportación (con -3% y -12% a mediados del primer semestre del año) trasciende el que registren una inercia de empeoramiento difícil de esconder. Lo inquietante es que existen buenas razones internas para que esto haya sido así. El colapso inversor ha reflejado la incapacidad para desmontar eficazmente entrabamientos y mover la economía. Esta última sellada por la torpe combinación de incurrir en un déficit fiscal creciente con un dólar controlado. Aquí, otra vez el cae en la inconsistencia de perseguir sus dos objetivos contradictorios. Aunque suene inquietante, aún están a tiempo de dejar flotar el dólar y moderar responsablemente la oferta de liquidez y crédito haciendo lo contrario a lo observado en los últimos tiempos. Es decir, buscando mantener un dólar real más alto.

Acerca del colapso exportador, no hay salidas mágicas. Los tiempos en China y por doquier no pintan buenos. Nuestra debilidad es competitiva e interna. Tenemos retrocesos en lugar de reformas de mercado. El uso de la coyuntura externa como justificación del fracaso y un énfasis tardío por incentivar la diversificación productiva desde algún escritorio burocrático nos garantizan que veremos muy pocas cosas buenas durante la actual administración.

Pese a la registrada, se incumple hace tres meses el compromiso inflacionario (de no más de 3% al año). Además, estamos quemando divisas masivamente (por más de 20 mil millones de dólares en los últimos 12 meses) para mantener este artificial tipo de cambio.

Respecto a esperar la llegada salvadora del próximo gobierno, dos planos deben tenerse muy claros: limpiar los estropicios humalistas y pensar que si esta vez elegimos bien, sí que será todo una sorpresa.