Poder y pedido de confianza, por Arturo Maldonado
Poder y pedido de confianza, por Arturo Maldonado
Arturo Maldonado

Luego de un prolongado debate, el Gabinete Zavala pudo obtener el voto de confianza necesario para empezar a trabajar. El resultado de tantas horas de intercambio ha sido satisfactorio para ambas partes. La bancada de Fuerza Popular dejó una imagen de oposición responsable. Todo indicaba que era necesario que la bancada fujimorista diera el voto de confianza, pero no lo podía otorgar gratis, a riesgo de ser vista como una bancada afín al gobierno. Para prevenir esta imagen, tuvieron al Gabinete largas horas exponiendo sus futuras acciones, a pesar de que el resultado estaba ya cantado. 

Del lado del Ejecutivo se logró un espaldarazo a su programa de gobierno, respaldado con una votación abrumadora a favor. Esto a su vez es una buena señal para lo que vendrá en términos de delegación de facultades. En la medida que la popularidad del actual gobierno permanezca alta, es probable que tengan mayor margen para dialogar con el Legislativo. Lo que puede parecer como un resultado win-win esconde, sin embargo, una asimetría en el poder entre estos actores.

El poder comúnmente es entendido como la capacidad de hacer algo según nuestra voluntad. En la medida que alguien es más poderoso, tiene mayor autonomía para hacer. Para el Poder Ejecutivo, el voto de confianza es un requisito para poder ejercer este poder directo, es la autorización que da el Congreso para el ejercicio legítimo de la voluntad presidencial. Si no existieran estos frenos, estaríamos hablando de un régimen sin ‘checks-and-balances’. De otro lado, el Congreso tiene responsabilidad al momento de acotar el poder del Ejecutivo, puesto que tampoco lo puede descabezar, restándole el legítimo poder surgido de la votación.

También existe una forma más sutil de ejercer el poder. Para Max Weber, sociólogo alemán, el poder era la probabilidad de imponer la propia voluntad en los demás, aun contra su resistencia. No se trata solo de la capacidad que un actor tiene de hacer, sino también de imponer esta visión o comportamiento en otros.

La bancada fujimorista desplegó este tipo de poder en el voto de confianza. Este grupo necesitaba de un ‘punching ball’. Dado que (¿aún?) no pueden arremeter contra este gobierno, enfilar su artillería hacia el humalismo es una manera de demostrar directamente su poderío. Otra manera de ejercer poder es hacer que el actual gobierno tome como prioridad el juzgamiento del anterior gobierno, cosa que no necesariamente era de primer orden para este Gabinete. 

Finalmente haber logrado el ofrecimiento de disculpas del ministro del Interior, Carlos Basombrío, por los ataques verbales durante la campaña es otra prueba de este poder indirecto ejercido por el fujimorismo en otros. Se puede asumir que si el actual gobierno no hubiera secundado las acusaciones al pasado gobierno y si no hubiera habido disculpas de por medio, el voto de confianza hubiera costado más horas ante el Congreso y hubiera abierto una confrontación inicial entre poderes.

En suma, este Gabinete está en buen camino para iniciar la ejecución de su plan, pero ha hipotecado parte de su poder a la voluntad de la bancada mayoritaria. Para el objetivo inmediato del voto de confianza, quizá era la mejor estrategia. En el largo plazo, el gobierno va a tener que hilar fino para no ceder completamente en temas en los que tengan discrepancias con el fujimorismo.

En la otra esquina, por el peso del número, el fujimorismo tiene la ventaja de poder imponer directamente e indirectamente su voluntad. Esta es una responsabilidad que tienen que administrar con cuidado. Tanto poder, en su caso, puede ser un arma de doble filo. El peor escenario para Fuerza Popular es ser vista como una bancada obstruccionista y antidemocrática.