(Foto: Presidencia)
(Foto: Presidencia)
Enzo Defilippi

En el Perú hay tanta necesidad de creer que mucha gente solo quiere acordarse de la buena gestión de Martín Vizcarra como gobernador de Moquegua. De su paso por el Ministerio de Transportes y Comunicaciones, muy poco. Amnesia selectiva, que le llaman.  

Yo sí recuerdo que mientras estuvo al frente del MTC se avanzó poco o nada en el desarrollo de nueva infraestructura y en la reducción de los accidentes viales (el principal problema del sector). También, que desde allí fue el principal impulsor de la adenda del aeropuerto de Chinchero, uno de los más serios errores de la anterior administración.  

Como sabemos, el problema de Chinchero se originó porque el gobierno de Kuczynski, escaso de logros y ante la imposibilidad de que el concesionario obtuviera el financiamiento necesario, quiso sacar el proyecto al caballazo. Vizcarra creyó que podía solucionar, políticamente, un problema eminentemente técnico. Poco importó que la adenda fuese ilegal y que convertir una APP en obra pública echase por la borda una política pública continuada por más de 20 años. No. Lo importante era dar la impresión de que se estaba avanzando. Hoy, sin embargo, el proyecto está paralizado y una decena de funcionarios enfrentan denuncias penales por apoyar una decisión que no tomaron. 

Son varias las conclusiones que podemos extraer de la participación de Vizcarra en esta historia. La primera, que ha revelado estar dispuesto a perseguir su propia agenda aun en contra de los intereses del país. Eso quiere decir que bien podría buscar aumentar su popularidad mediante medidas populistas similares. Recordemos que César Villanueva (otro político del cual solo se quiere ver lo bueno) tuvo que renunciar a su anterior premierato por insistir en una medida de este tipo (alza injustificada del sueldo mínimo). 

En mi opinión, esta concepción de la política es la opuesta a lo que necesita el país. Un Perú mejor requiere líderes que hagan posible reformas, como la laboral, la electoral o la de la descentralización, que jamás se podrán realizar sin un acuerdo político. No necesitamos dirigentes que crean que está bien ir en contra del bienestar del país cuando les conviene. 

El fracaso de Chinchero, por lo estrepitoso, también revela que Vizcarra no es el político sagaz que muchos quieren ver. Recordemos que el 90% de los cusqueños llegó a pensar que la adenda fue motivada por un hecho de corrupción a pesar de no existir indicios de ello. Un error de cálculo similar por un régimen que no tiene asegurada ni la lealtad de la bancada oficialista podría precipitar una nueva crisis política. 

Lo anterior también indica que Vizcarra nunca contó con los asesores que necesitaba. De haberlos tenido, hubiese entendido cuán mala era la idea y cuán difícil de vender iba a ser. Fracasó porque sus argumentos técnicos y políticos no convencieron a nadie.  

A mí me gustaría que le vaya bien al Gobierno porque así le iría bien al país, pero eso no va a ocurrir porque nos neguemos a ver de qué pie cojea el presidente. Yo creo que si es consciente de sus limitaciones, se rodea de buenos técnicos y usa su cargo para impulsar reformas, podrá sacar el país adelante. De lo contrario, más que el sucesor de Kuczynski, será su reencarnación.