(Foto: El Comercio)
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Enzo Defilippi

En un publicado el domingo último, Pablo de la Flor, ex jefe de la Autoridad para la Reconstrucción con Cambios (ARCC), nos dice que el modelo actual basado en una autoridad que no ejecuta no funciona, y propone que la ARCC se convierta en unidad ejecutora.

Lo primero no es sorpresa para nadie. En un de marzo pasado, cuando aún se estaba discutiendo cómo se llevaría a cabo la reconstrucción, Piero Ghezzi ya advertía que una autoridad ad hoc no iba a acelerarla, pues sin un ministerio detrás iba a carecer del peso necesario para hacer que el Estado se mueva y su capacidad para tomar decisiones iba a ser limitada. Otras voces hicieron advertencias similares, pero el Gobierno, fiel a su estilo, no escuchó. Constituyó una autoridad ad hoc que no solo carece de capacidad para hacer que algo se ejecute, sino que sirve de chivo expiatorio a gobernadores regionales que no pueden ejecutar sus encargos (lo que también era previsible).

Al constituir la ARCC, se ignoró la desastrosa experiencia del Forsur (también autoridad ad hoc) y la del Conager-FEN (Consejo Nacional de Gestión del Riesgo del Fenómeno de El Niño), un grupo de trabajo conformado por ocho ministros que sí fue capaz de ejecutar rápidamente obras de prevención que estuvieron listas cuando llegó El Niño del 2016. Fueron estas obras (descolmatación de ríos, instalación de geomallas, prevención de plagas) las que limitaron el impacto de El Niño del 2017. Los gobiernos subnacionales ejecutaron parte de las obras.

Hoy, en cambio, nada camina bien. En Piura, dice De La Flor, la reparación de las protecciones contra inundación recién arrancará en diciembre, seis meses después de que el gobierno regional recibiera los recursos y justo cuando empiezan las lluvias. Y en La Libertad, el gobierno regional se habrá demorado casi 140 días para otorgar la buena pro para rehabilitar cuatro pistas.

El Conager-FEN contaba con un procedimiento especial de contrataciones y el apoyo de los sistemas de presupuesto e inversión pública del MEF. Los ministros se reunían cada semana y tenían el acompañamiento de la contraloría y la respectiva comisión del Congreso. Más importante aún, en cada consejo de ministros se rendía cuentas al presidente de la República, quien monitoreaba directamente los avances.

Estamos hablando del mismo Estado y del mismo sistema político que incentiva a los gobernadores regionales a ver “plata como cancha” en las transferencias del Tesoro. ¿La diferencia? Que el Conager-FEN fue diseñado tomando en cuenta estas particularidades (sobre todo, que las cosas no se mueven sin alguien de peso detrás). Entre un esquema así y uno en el que la ARCC ejecuta, el primero parece tener más sentido.

Ahora, el mandato de la ARCC es más amplio que el de la prevención, ya que abarca, principalmente, el de la reconstrucción. Por ello, no descartaría la contratación de un gestor de proyectos especializado, como sugiere De la Flor. Pero propondría licitar paquetes de obras en vez de una por una, lo que ahorraría tiempo y facilitaría enormemente la labor de la contraloría.

A estas alturas, es obvio que la reconstrucción con cambios requiere (muchos) cambios. Uno de los más importantes, creo yo, debería ser dejar de ignorar lo que funciona.