Saavedra 2021, por Enzo Defilippi
Saavedra 2021, por Enzo Defilippi
Enzo Defilippi

El fujimorismo parece seguir sin una estrategia de largo plazo. Quizás no creen en ellas. O quizás sí, pero fallan clamorosamente en su ejecución. Difícil saberlo. 

El hecho es que hoy sus acciones no parecen estar alineadas para mejorar sus posibilidades en el 2021: el anuncio, el mismo 28 de julio, que intentarán imponer su plan de gobierno aunque hayan perdido las elecciones; la búsqueda del quinto pie al gato a cualquier iniciativa del Ejecutivo; proyectos de ley como el de modificación del Impuesto Selectivo al Consumo a la cerveza, que dan la impresión de tener nombre propio y RUC; su intolerancia con la minoría LGTBI; sostener que la depresión es para perdedores. 

A ojos de la población no fujimorista (cuyo voto necesitan) esto los hace ver como malos perdedores, motivados por intereses oscuros, y defensores de posiciones que se parecen cada vez menos a las de una población joven y cada vez más urbana.

Pero hoy el fujimorismo está a punto de cometer un error que, en mi opinión, puede ser garrafal para sus intereses de largo plazo: convertir a Jaime Saavedra en presidenciable. 

Como sabemos, Saavedra es un técnico que ha dado muestras de ser bueno en un tema que mueve a la gente de a pie. Habla bien, es inspirador y tiene las credenciales para entusiasmar a la juventud como lo hicieron PPK y Julio Guzmán en su momento. Le ha dado esperanzas a miles de padres de familia de que sus hijos recibirán una mejor educación, y es muy popular entre los empresarios. 

Lo único que necesita Saavedra para terminar de convertirse en presidenciable es una buena bronca con el fujimorismo. Aun mejor, una muy visible. Una a la que entre limpio de polvo y paja. Una en la que sea la víctima de un complot, movido por intereses oscuros, para impedir la mejora en la educación de nuestros hijos. 

A mí me queda claro que al Ejecutivo le conviene hacer cuestión de confianza de esta interpelación. Así, el fujimorismo difícilmente censurará a otro ministro hasta el final del gobierno, una situación que es más conveniente con cada punto de descenso de popularidad. Si bien todo el Gabinete tendría que renunciar, eso puede servir de excusa para cambiar algunos ministros que, como dice Alfredo Torres, no han dado la talla. E igual el presidente podría seguir contando con Fernando Zavala si lo nombra en otra cartera.

Es crucial para el gobierno entender que dejarse vapulear por el fujimorismo no va a evitar situaciones similares en el futuro. Al contrario, poner la otra mejilla solo exacerba el problema de tener un marido abusador. Solo una voluntad firme impedirá que mañana el censurado sea Zavala o cualquier otro.

Por otro lado, el hecho de que el fujimorismo necesite demostrar su fuerza a cada momento revela la seriedad de sus divisiones internas. A un partido fuerte, nadie, ni sus aliados ni sus financistas, le dicta cuándo  y cómo pagar los favores que debe.

Si Saavedra tiene aspiraciones presidenciales, puede salir ganando así sea censurado. Si sí, saldrá por la puerta grande y podrá construir su candidatura a partir de su popularidad actual. Si no, podrá seguir aumentando su reputación trabajando como lo ha venido haciendo. El tiempo dirá hasta dónde llega su vocación de servicio.