Versiones de la verdad, por Arturo Maldonado
Versiones de la verdad, por Arturo Maldonado
Arturo Maldonado

Los hechos son únicos, las interpretaciones, múltiples. La “verdad” dependerá entonces del cristal con que se miren estos hechos. Algunos encuadres podrían enfatizar el lado negativo, mientras que otros resaltan lo positivo. Por ejemplo, cualquier persona reaccionaría diferente si un médico le indica que la cirugía que necesita tiene un 90% de chances de ser exitosa o que le digan que tiene un 10% de chances de no serlo. El hecho es el mismo, la forma de encuadrar la información varía y también la reacción de nosotros ante ella.

En el ámbito político esto pasa mucho. Los hechos suceden y son las fuerzas políticas las que luchan por que prevalezca el encuadre que ellos prefieren. El escándalo del “negociazo” que quiso hacer Carlos Moreno con el Seguro Integral de Salud (SIS) está haciendo evidente la pugna por imponer un encuadre de los hechos entre los partidarios del actual gobierno y sus críticos.

Del lado gubernamental, no se niega que se trataría de un caso grave de corrupción. Sin embargo, se acentúa la estrategia oficial para enfrentarlo. Se resalta que la reacción dentro de la cúpula del gobierno ha sido rápida, clara y tajante. El primer ministro Fernando Zavala, en conferencia de prensa, anunció que se denunciarían los hechos ante la fiscalía y que el SIS entraba en profunda reorganización. Esta pronta reacción refuerza la idea de tolerancia cero con la corrupción, así el personaje implicado sea del círculo cercano del mismo mandatario. 

Cuando empezó este gobierno, el presidente Pedro Pablo Kuczynski decretó unos mandamientos para sus funcionarios. El primero era que debían ser incorruptibles. Según esta interpretación, las medidas tomadas están en la línea trazada por el mandatario. Es más, se compara este hecho con respuestas de gobiernos pasados, como Ollanta Humala y su tibia reacción en los casos de Omar Chehade y Martín Belaunde Lossio, para establecer una marcada diferencia.

Desde los críticos, se remarca la gravedad del caso. Se echan dudas acerca del compromiso del presidente con la corrupción y se refuerza la asociación entre Kuczynski y los lobbies. Por ejemplo, recuerdan que inicialmente el presidente indicó que Moreno había renunciado por problemas personales y por mucha carga de trabajo. Inclusive en el documento de su separación se le agradecía por los servicios prestados. 

Con justa razón, desde este bando se preguntan cómo un personaje como Moreno, con denuncias previas por casos similares, pudo haber llegado a ser uno de los tres asesores presidenciales, tener un despacho en Palacio de Gobierno y acceso directo al presidente. Se nota, además, que el primer ministro no tenía explicaciones convincentes acerca de la presencia de Moreno en la cúpula del poder. Yendo más allá, los críticos se preguntan si no existen más personajes como Moreno en otras instituciones, solo que al no haber audios no son detectados. 

Los encuadres también pueden oscurecer hechos importantes. En el caso de Carlos Moreno, el negociado era entre el SIS y el arzobispado. Desde el lado de la Iglesia Católica no vemos iniciativa para dar cuenta de qué explicaciones se le está pidiendo a  monseñor Chau por la firma del convenio.

Los ciudadanos nos vemos expuestos a estos encuadres para formar nuestra opinión. La idea es no ser consumidores pasivos, ser críticos y saber que son interpretaciones de los hechos con un sesgo político, que iluminan aspectos y ensombrecen otros. La verdad muchas veces es elusiva, pero está en el contraste de estas versiones y en cierto punto medio entre los detractores y los defensores.