(Foto: Archivo El Comercio)
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Pedro Tenorio

El presidente necesita entender que para su gobierno –políticamente hablando– el único imprescindible es él.

En esta columna no estamos en campaña para que el presidente cambie a Fernando Zavala o retire del gabinete a tal o cual ministro. PPK sabrá lo que tiene que hacer en la medida en que defina –esto sí se lo pedimos– cuál será el derrotero de su administración en los próximos meses. Sus opciones son dos: o se enfrenta al Congreso (como hasta ahora) o plantea un entendimiento basado en un programa de reactivación mínimo –una agenda económica, social y política– con el fujimorismo que controla el Parlamento.

No existen otras vías. Lo que sí proliferan son voces que lo animan a encarar a y a sus seguidores desde una fuerza y determinación políticas de las que carece. ¿No es esto condenar a PPK al fracaso o cuando menos a la intrascendencia política, como viene ocurriendo? Me temo que sería la peor receta, sobre todo porque no se observa un respaldo significativo al presidente en las calles, una opinión pública que al apoyar al gobierno en temas claves jaquee a un Legislativo “obstruccionista”. Quien insista en ello evidencia un nivel de obstinación para nada político. Yo también quisiera ver un mandatario que, a punta de acciones de impacto y reformas urgentes, sumara respaldos progresivamente. Sin embargo, nada de eso tenemos hasta el momento por las limitaciones propias de Kuczynski.

¿Podría cambiar? Por supuesto, pero requiere un trabajo político que el presidente y sus ministros no han realizado o, cuando menos, nadie ha visto. Y ya sabemos que en política, para todo efecto práctico “lo que no se ve, no existe”.

¿Habría una respuesta positiva desde la otra orilla? Parecería que sí. En las últimas horas la congresista Rosa Bartra, figura estelar del cogollo cercano a Keiko, ha dicho que una propuesta formal de diálogo por parte del presidente sería debidamente evaluada por su lideresa. Aún no garantiza nada, pero ese debería ser el punto de partida para un diálogo al más alto nivel. Sería un error garrafal si PPK condicionara la permanencia en el gabinete del ministro de Economía para dar un siguiente paso. Hoy la suerte de Thorne está echada, y no solo por obstinación fujimorista. Llámese censura o cuestión de confianza, como solicita Thorne, la correlación de votos aconsejaba buscar un reemplazo para el titular del MEF desde la semana pasada.

Kuczynski y Zavala necesitan llegar a julio con una agenda de puntos mínimos y con ajustes ministeriales que renueven la confianza de un país que económicamente no crece como requiere, y que institucionalmente luce estancado, además del golpe a la credibilidad política y empresarial que implica el Caso Lava Jato y lo que podría traer próximamente.