Volaron cometas por el Día Internacional de la Niña - 4
Volaron cometas por el Día Internacional de la Niña - 4
Patricia del Río

Ayer fue el . Se celebra cada 11 de octubre, porque las cifras mundiales que demuestran lo desfavorecidas que están las mujeres desde su nacimiento son aterradoras. Según datos de Unicef, en América Latina, más de un millón de niñas y adolescentes son víctimas de violencia sexual. El 25% de las que tienen entre 13 y 15 años ha considerado seriamente suicidarse y el mismo porcentaje señala que rara vez se siente segura camino a la escuela. A las niñas las violan más, las golpean más, las obligan a realizar trabajos no remunerados y son las que menos posibilidades tienen de acceder a la educación. Basta revisar las noticias sobre la victimización de niñas y adolescentes para constatar que el problema está en nuestras narices, y que poco hacemos por cambiar las cosas.

Y no, no creo que los peruanos sean unos machistas desalmados que quieren que las niñas mueran violadas. O que busquen promover el acoso callejero. Estoy segura de que si a la mayoría (si no a todos) los hombres que están leyendo esta columna les preguntáramos si están de acuerdo con la igualdad de derechos entre niñas y niños, nos dirían que sí.

Y lo peor de todo es que no estarían mintiéndonos. A pesar de que en su casa controlan cómo se visten sus hijas (no sus hijos), a pesar de que han crecido acostumbrados viendo a sus hermanas sirviéndoles la comida, a pesar de que no han podido contenerse en mirar lascivamente a una chica en el micro, a pesar de toda esa evidencia que tienen al frente, nos dirían que no discriminan, porque al haber crecido en una sociedad tan patriarcal y tan machista, les resulta imposible identificar y comprender estas injusticias que a las mujeres nos hacen la vida tan difícil.

Muchos hombres y muchas mujeres han internalizado como normales los mecanismos que les quitan oportunidades a las niñas y son incapaces de desarrollar una visión crítica al respecto. Viven rodeados de mujeres que aman y a las que quisieran proteger de injusticias, pero no dudan en criticar el comportamiento sexual de esa chica que fue golpeada para justificar una agresión. Despiden a sus hijas en la puerta de la escuela, orgullosísimos de pensar que llegarán lejos algún día, y no pueden evitar en la oficina ningunear a la gerenta que es una metiche y opina de todo. Están dispuestos a matar al que se atreva a tocar a su hermana, pero se paran siempre en la misma esquina a fastidiar a las chicas que van al colegio.

Y no, no son hipócritas, simplemente no la ven. Lo triste es que mientras insisten en defenderse y juran que no son machistas, seguro que están criando niñas, a las que adoran, y a las que les van a heredar un mundo en el que tendrán que luchar solas contra esos gigantes que sus padres fueron incapaces de enfrentar y derrotar.