El servicio de agua se suspenderá del 5 al 7 de julio debido a los avances en la construcción de la Línea 2 del Metro. Según Sedapal, no todos los distritos se verán afectados al 100% (El Comercio)
El servicio de agua se suspenderá del 5 al 7 de julio debido a los avances en la construcción de la Línea 2 del Metro. Según Sedapal, no todos los distritos se verán afectados al 100% (El Comercio)
Patricia del Río

“No llueve”, sentencian los indios de , mientras esperan que la naturaleza haga su trabajo para regar sus campos. No llueve y una pátina de polvo seco ocupa el lugar de sus sembríos, una piedra cada vez más hosca y estéril se acomoda ahí donde debiera germinar el maíz, donde las papas debieran aferrarse con determinación a esa tierra que las hará crecer. Las mujeres rezan y guardan las semillas esperando que las gotas aparezcan de un día para el otro. Los hombres acuden al hacendado de la zona en busca de ayuda. El ganado empieza a desfallecer husmeando un poco de verde entre tanto desierto que se extiende por las colinas equivocadas.

En “Los perros hambrientos”, de Ciro Alegría, la falta de provoca la inversión de un orden social, de un orden de supervivencia donde el hombre maneja la naturaleza. La escasez de vida vuelve a los perros ovejeros; a las fieles mascotas de los campesinos, en sus principales enemigos. El pacto natural de la domesticación “tú me cuidas, yo te sirvo” se pervierte, y los animales vuelven a ser jauría, a atacar a sus protectores, a acecharlos y a pelear con ellos para ver quién despedaza primero al ganado.

La desesperación por la falta de agua puede quitarnos la condición más básica de seres humanos. La ONU calcula que cuatro de cada diez habitantes del planeta tienen sed. En nuestro país, entre 7 y 8 millones de peruanos aún no cuentan con agua potable. es la segunda capital en el mundo asentada en un desierto y solo llueve 9 milímetros al año. El río Rímac es nuestro principal proveedor y es una de las cuencas más contaminadas.

Podemos seguir con los incómodos datos: en San Isidro cada habitante consume 360 litros de agua. En Chosica, 15. En los distritos donde ni siquiera han puesto caños, porque no tiene sentido, los cisternas llenan los pesados baldes de hombres y mujeres que pagan por un agua de pésima calidad el doble o triple de lo que pagan quienes tienen conexión domiciliaria. Mientras unos jalan el wáter y lavan la ropa sin mayor preocupación, otros no saben qué día se levantarán con el desagüe trepándose por las patas de su cama.

El mundo se está secando y se calcula que para el 2050 (o sea, ahorita) la lucha por quién controle las fuentes de agua será una de las mayores causas de conflicto en el planeta. Nosotros padeceremos la aridez ya viejos, nuestros hijos criarán a los suyos contándoles que alguna vez nos dimos baños larguísimos e irresponsables.

A partir de mañana algunas zonas de Lima tendrán que vivir sin agua durante tres días. Les propongo un ejercicio: no se quejen, no renieguen porque les apesta el ala o no se lavaron los pies. Vivan en serio, sin agua. Experimenten lo que millones de peruanos padecen todos los días y piensen, mientras se lavan las manos con una jarrita, que estamos viviendo las últimas décadas de un privilegio que nuestros nietos no disfrutarán.