“Los fundamentos para investigarlo son, en la resolución previa del juez, sólidos como no lo son los del peligro procesal”
“Los fundamentos para investigarlo son, en la resolución previa del juez, sólidos como no lo son los del peligro procesal”
Fernando Vivas

Qué difícil es guardar la proporción cuando tienes a un ex presidente preso en la Diroes, a su hija con prisión preventiva (PP), a Humala y Nadine con comparecencia, a García en ascuas y a detenido y afrontando un pedido de PP. Carmen McEvoy me decía que los últimos escándalos son tan espectaculares que se hace muy difícil aquilatar lo que siga. Te vas de extremo a extremo y la balanza se descalibra.

Pero hay un método para calibrarse: atenerte a lo que dijiste en el pasado. En mi caso, tengo rincones que recuerdo de memoria: dije que la PP de Keiko me parecía excesiva pero que –al igual que Ollanta y Nadine– se la labró por no colaborar con la . La abusiva hipótesis de organización criminal que lava activos en campaña, en buena parte la provocaron Keiko y sus asesores con un negacionismo que aceitó la idea del aporte oscuro de campaña como enmascarada coima adelantada.

Opiné a favor del indulto a Fujimori a condición de un mea culpa contundente que nunca salió de su boca. En su lugar, una repudiable intriga política provocó que se cancelara el indulto. Esa fue una decisión sabia, pues no se podía premiar la turbia negociación que llevó su liberación.

Y cuando PPK pidió que le levanten el impedimento de salida para asistir a un a cita médica en EE.UU., ahí sí me escandalicé. Escribí que a él, a ustedes y a mí nos cabía morir en el Perú. Me pareció, viniendo de un ex presidente renunciado por incompatibilidades personales, una afrenta a la justicia que, ¡vaya mi asombro!, tenía la anuencia del fiscal Marcial Páucar. Pérez asumió el caso y desbarató el viaje.

Basta ese antecedente –aunque no esté consignado en la débil fundamentación del juez Jorge Luis Chávez– para confirmar que PPK no es precisamente un colaborador de la justicia. Hubo años atrás una fuga por la frontera ecuatoriana, tal como él la ha contado. No lo culparía por eso, pues la persecución judicial fue generada tras una intriga política de la dictadura velasquista, pero sumen ese antecedente a una tendencia al desarraigo nacional que se coronó cuando solicitó la nacionalidad estadounidense en la década del 90.

Dicen PPK y su defensa que ha colaborado con la justicia, pues no ha faltado a sus citaciones. Bah, eso hacen todos. Pero, ¿qué colaboración es gritarse víctima de una conspiración digna de Netflix?

No se arañen por PPK. Los fundamentos para investigarlo son, en la resolución previa del juez, sólidos como no lo son los del peligro procesal. Además, se equiparó la cancha, pues se le aplicó la misma severidad preliminar que a Keiko, mostrando, de paso, que el gobierno no digita poderes ajenos. Si cabe una prerrogativa, es humanitaria: a sus 80 años podría tener arresto domiciliario. Pero si el juez manda prisión, hay que respetarlo.