La radicalizacin poltica de Cajamarca en las ltimas dos dcadas puede ser considerada el fenmeno regional ms relevante de la historia contempornea peruana. El clivaje pro/antiminera ha dividido la sociedad cajamarquina en dos posiciones intransigentes, a partir de las cuales se ensayan proyectos polticos que repercuten en las preferencias electorales. Por un lado, los sectores medios, urbanos, capitalinos, apuestan por la continuidad de la inversin minera y han encontrado en el fujimorismo la defensa de sus intereses. Por el otro, los sectores rurales, campesinos y empobrecidos defienden apasionadamente el agua y sus chacras como emblema de oposicin a la minera. Gregorio Santos representa en la arena poltica esta lucha que se ha enraizado en la identidad regional. En medio de esta disputa, PPK no asoma con perfil propio.
En Cajamarca, el fujimorismo no es ese partido estructurado que se percibe desde Lima. Es, ante todo, una suma de maquinarias personales (los hermanos Ramrez, Joaqun y Osas), de movimientos regionales (Cajamarca Siempre Verde, sin Absaln Vsquez) y de alianzas pragmticas con dirigencias sociales (mineros artesanales de Cajabamba). Se construye de arriba hacia abajo, tratando de ganar adeptos alrededor de la expectativa de triunfo de Keiko Fujimori. Esta estrategia favorece para convencer a un electorado dubitativo, que no se regala tan fcilmente, en una regin donde los mitos rurales estigmatizan a la candidata presidencial como una socia ms de Yanacocha (sic). En esta regin, Fujimori es el establishment, el statu quo que la mayora cajamarquina rechaza.
En dicha regin, la sociedad civil organizada es bsicamente rural (rondas campesinas y magisterio). A travs de ella se erige una organizacin poltica que, adems de haber accedido al poder regional, debe ser el movimiento regional ms articulado socialmente: el MAS-Cajamarca. Liderado por Gregorio Santos, a diferencia del fujimorismo, se construye de abajo hacia arriba, asegurando as legitimidad y representatividad. Tambin acoge alianzas pragmticas con alcaldes provinciales y distritales que no necesariamente comparten principios ideolgicos, pero que respetan la identidad regional que Santos ha sabido avivar. Santos ha aprendido que en la poltica las identidades mandan, no solo la coalicin utilitaria.
Los goyos como se conoce a los seguidores de Santos sern decisivos en esta segunda vuelta, especialmente por el tamao de la jurisdiccin electoral (la quinta en el pas). Este es un electorado anti-establishment (antiminero, antilimeo, antisistema) con buena parte, por ende, antifujimorista. En Cajamarca encontramos al antifujimorismo de ojotas, campesino, ronderil, que no rechaza a Fujimori por el legado autoritario de su padre sino porque representa la legitimacin poltica de la minera. Por eso, a su vez, el antifujimorismo cajamarquino tambin es anti-PPK. Entre este grupo no existe el mal menor, sino un decisivo voto viciado. Aunque entre quienes votaron por Santos tambin existen sectores ms sensibles a la lucha contra la pobreza, para quienes una oferta de programas sociales atrae electoralmente. Es ese el nicho que Keiko Fujimori busca capitalizar. La batalla por Cajamarca recin empieza y tiene como protagonistas a quienes posiblemente sern gobierno (los fujimoristas) y a quienes posiblemente sern la oposicin orgnica con mayor futuro (los goyos).