“Me gustaría también conocer cuál fue la pregunta exacta para autoclasificarse como homosexual o bisexual”. (Foto: Archivo El Comercio)
“Me gustaría también conocer cuál fue la pregunta exacta para autoclasificarse como homosexual o bisexual”. (Foto: Archivo El Comercio)
Rolando Arellano C.

Sorprenden los resultados del estudio “Encuesta intergeneracional sobre actualidad latinoamericana” (El Comercio 5/5/19) que muestra que mientras el 10% de los mayores de 36 años dice ser homosexual o bisexual, esta declaración sube al 18% en los de 24 a 36, y a un sorprendente 27% en los menores de 24 años. Puesto que esos datos probablemente originarán mucho y ardoroso debate, creemos que, antes de opinar, los analistas serios debieran analizar cuidadosamente su posible validez y significación. Veamos.

El trabajo del Grupo de Diarios de América (4.447 sondeos digitales en 11 países), sorprende porque sus resultados superan el dato corrientemente usado (aunque nunca probado) del 10% de población con diferente. Pero la gran sorpresa es la extraña gran diferencia entre jóvenes y mayores, que no parece lógica en un tema donde la biología juega un papel importante.

Como investigador social, me surgen muchas interrogantes. Así, pasando por encima de afirmaciones que algunos podrán hacer sobre “conspiración” o parcialización, quisiera descartar primero errores en la calidad de la investigación. ¿No habrá un sesgo en la muestra? Tal vez se estudió a los grupos más proclives a hablar del tema, con el añadido de que el Internet, en , llega más a los grupos cosmopolitas. Y, por otro lado, me queda claro que el anonimato en las redes favorece respuestas más francas, aunque –todo investigador desconfía antes de afirmar– me preguntaría si ese anonimato no habría llevado a los jóvenes a exagerar para escandalizar, como se ve tanto en las redes sociales.

Me gustaría también conocer cuál fue la pregunta exacta para autoclasificarse como homosexual o bisexual. Y, suponiendo que sea pregunta directa, verificar si esos conceptos son interpretados igual por jóvenes y mayores, pues tal vez unos respondan sobre atracción hacia el mismo sexo, y otros más bien sobre actividad efectiva. Luego, buscaría descartar si la diferencia se da más bien porque los más se expresan con más libertad que sus mayores, que vivieron momentos homofóbicos más intensos, lo que supondría –aunque suene extraño– que la tendencia siempre fue 1 de cada 4 y no 1 de cada 10.

Solo después de todo podría deslizar la hipótesis de que está creciendo muy fuertemente la homo o bisexualidad en Latinoamérica, por razones que deberíamos estudiar sin prejuicios. Eso porque, aunque parezca poco probable, una postura científica no descarta datos de estudios que logran pasar escrutinios serios.

En fin, más allá de las dudas sobre estos resultados, me queda la certeza de que estamos ante un proceso de cambios sociales que dará muchísimo que hablar. Que tengan una buena semana.