¿Un champancito, mudito?, por Marco Sifuentes
¿Un champancito, mudito?, por Marco Sifuentes
Marco Sifuentes

“Escoge el día, el lugar y la marca de champaña”, escribió José Pinheiro Filho dos días antes de ser arrestado. 

El mensaje estaba dirigido a una peruana que trabajaba como consultora de su empresa, la megaconstructora brasileña OAS. La consultora en cuestión se llama Giselle Zegarra y ambos se conocían desde mucho tiempo atrás: por lo menos desde el 2009, cuando ella, como representante de la Municipalidad de Lima, suscribió el contrato que le dio la concesión del proyecto Línea Amarilla a… OAS. Sí, el proyecto se llamaba Línea “Amarilla”, lo que da cierta pista de quién fue el alcalde que lo encargó.

Pasaron los años y llegó una nueva gestión a la municipalidad. En esa gestión el proyecto Línea Amarilla se transformó en Vía Parque Rímac, que incluía 25 hectáreas de parques, un plan para integrar el río a la ciudad y la mejora de las condiciones de vida de la comunidad shipiba de Cantagallo. Todo suena muy bien, por supuesto, a menos que seas una constructora interesada en llenar la ciudad de cemento.

Aquí volvemos al día del mensaje de WhatsApp de Pinheiro a Zegarra: el 12 de noviembre del 2014. Zegarra, recordémoslo, ya no era funcionaria de Castañeda, sino asesora de Pinheiro. Al año siguiente volvería a trabajar para Castañeda, en una muestra formidable de cómo funcionan las puertas giratorias entre la función pública y la empresa privada en nuestro país.

Pero había algo más que estaba pasando ese día 12 de noviembre. O, mejor dicho, algo que no estaba pasando. En ese momento, Castañeda no era alcalde de Lima. Aún no. Había sido elegido pero no había asumido. Sin embargo, en uno de los mensajes, Zegarra le dice al mandamás de OAS que “Lucho” le pide que no firmen el contrato de Vía Parque Rímac. Y así se hizo. No se firmó. La gestión de Villarán reclamó pero había poco que pudiera hacer; estaba de salida. 

Como ya todo el mundo olvidó, en marzo del 2015, súbitamente y sin que haya sido mencionado jamás durante su campaña electoral, Castañeda anunció la construcción del ‘by-pass’ de 28 de Julio. ¿De dónde saldría la plata? Fácil: del proyecto Vía Parque Rímac, que, oh casualidad, jamás se firmó ni nada. ¿Quién construiría la obra? Adivinen.  

Una obra que nadie nunca ofreció, que nadie nunca pidió, que no sirve realmente para nada, pero que no solo desarmó un proyecto que le daría más áreas verdes a la ciudad, sino que terminó con sobrecostos de más de un millón 197 mil soles, solo contando el cerco, césped y pintado de sardineles (cotizados a tres veces el precio del mercado).

Cuando ya falta casi nada para llegar a la mitad de la gestión de Castañeda, resulta patético e irónico que la única obra original que haya llevado a cabo sea el infame ‘by-pass’ de 28 de Julio. El resto de obras, como detalló hace unos meses un informe de este Diario, son herencias de la gestión anterior (incluido el desastre de la Costa Verde). ¿Eso lo sabe el votante común? Ya es hora de que todos vayamos entendiendo que la corrupción es quizás la principal responsable de que Lima sea –con perdón de Caracas– la capital más invivible de Sudamérica.