Competir para vivir, por Rolando Arellano C.
Competir para vivir, por Rolando Arellano C.
Rolando Arellano C.

Estimado lector, ¿qué ha cambiado para que le tome mucho más tiempo hoy que hace cinco años ir de su casa a su trabajo? ¿Se ha alargado la ruta? ¿Será que las pistas se han vuelto más angostas? ¿Tal vez su auto es menos potente? ¿Habrá quizá mucho más baches en el camino? Probablemente ninguna de las anteriores es la respuesta adecuada, pues usted lo sabe bien, la causa principal es que ahora hay muchos más vehículos en su camino. Eso mismo pasa en el mundo empresarial peruano, en que la mayor competencia hará cada vez más duro llegar a las metas.

Hoy que las empresas están en período de planeamiento de sus acciones para el 2015, la mayor preocupación de los empresarios está en saber cuánto crecerá el PBI, pues en función de ese crecimiento tratarán de prever el de sus empresas. En un contexto como el actual, eso es como tratar de prever el tiempo que tomará ir de su casa al trabajo basándose en cuánto se invertirá el año próximo en ampliar las pistas, sin preguntarse sobre cuántos carros más entrarán en circulación.

Y ¿por qué entran más competidores a nuestros mercados? Por una razón muy simple: nuestro crecimiento de varios años ha vuelto más atractivo nuestro país a empresas de fuera. No solo porque crecimos más que casi toda la región sino porque lo hicimos mucho más que los países desarrollados, que no llegan a superar sus grandes crisis y están obligados a buscar nuevas salidas para sus productos y servicios. Ya no pasamos desapercibidos. 

¿Pero no tenemos la ventaja de estar aquí antes que los otros? Es una ventaja siempre y cuando la hayamos aprovechado convenientemente. Si en esta bonanza hemos llegado a conocer profundamente a nuestros clientes y consumidores, y nos hemos ocupado en servirlos de la mejor manera posible, entonces tenemos la fuerza de su lealtad. Pero si, dado que el mercado crecía, nos despreocupamos de los detalles que ellos buscaban, hoy deberíamos ponernos en alerta. Ese descuido es la rendija que verán los nuevos competidores para entrar a los hogares y a las empresas de nuestros compradores. 

No se piense que esta es una realidad especial peruana. Esta es la manera en que se desarrollan las cosas en todos los mercados que crecen, donde la ventaja de los precursores se disuelve con la entrada de competidores más agresivos. Eso pasó hace decenios en Estados Unidos y Europa, hace años en Chile y México y empezó luego en Colombia. Hoy está tomando fuerza en el Perú, donde algunos ya empezaron a sentirlo (nuestros estudios muestran a muchos gerentes preocupados en reinventarse), pero donde pocos lo han analizado adecuadamente. 

Aquí sigue pesando mucho el dato del PBI, importante para el planeamiento empresarial, pues nos dice cuánto crecerá la torta de la economía. Pero tan importante como eso es saber cuánto crecerán los comensales. No podemos olvidar que si los comensales crecen más que la torta, la posibilidad de que nos toque menos que antes es grande. A menos que no esforcemos más para conservar nuestra porción, y mucho más para hacerla crecer. 

Hoy el nombre del juego no es solo hacer las cosas bien sino hacerlas mejor que nuestros competidores. Porque hoy, y de aquí en adelante para siempre, nuestras empresas deberán saber competir para vivir.