"El Perú, a diferencia de muchos países de la región (incluido Chile), tiene una mayoritaria clase emprendedora que, si está bien informada, defenderá sus fuentes de trabajo frente a cualquier intento de sabotearlas".(Foto: Getty Images, via BBC Mundo)
"El Perú, a diferencia de muchos países de la región (incluido Chile), tiene una mayoritaria clase emprendedora que, si está bien informada, defenderá sus fuentes de trabajo frente a cualquier intento de sabotearlas".(Foto: Getty Images, via BBC Mundo)
Rolando Arellano C.

Los disturbios en Ecuador, la probable elección del kirchnerismo en Argentina, la posible re-reelección de Evo Morales en Bolivia y los saqueos en nos hacen preguntar si el estaría en la lista de los próximos países a tener ese tipo de extremismos. La respuesta es que eso es probable si nos atenemos a la historia. Pero que también, como la historia lo dice, es posible que eso no suceda si reaccionamos adecuadamente. Veamos.

Como en esas familias donde un hermano con paperas contagia a toda la prole, en se han dado grandes períodos de ‘contagio’ político. Así a todos los virreinatos, casi en las mismas épocas hace 200 años, les llegó el virus de la independencia. Posteriormente, casi todos tuvieron caudillos que los separaron en países autónomos y luego una época de fuerte influencia francesa e inglesa.

Saltando un tiempo, casi toda América Latina tuvo en los años 60 movimientos de guerrillas de influencia comunista, la mayoría tuvo dictaduras militares que cerraron sus fronteras para sustituir importaciones, y a casi todos les llegó la hiperinflación, para después abrir sus fronteras al libre comercio. Aunque cada país piensa que lo suyo fue único (aquí creemos que Velasco Alvarado fue original, que el responsable de la hiperinflación fue Alan García y que la apertura de mercados fue idea de Fujimori), lo cierto es que eso mismo pasó en Argentina, en Brasil y en casi toda la región.

Y por eso hoy a todos nos preocupan los movimientos arriba mencionados como un nuevo “contagio” que podría llevarnos a eso que algunos llaman izquierda, como los de Venezuela y Nicaragua. Felizmente, como habrá notado el lector, en la descripción anterior existe una palabra fundamental, “casi”, pues en todos ellos hubo grandes excepciones.

Así, mientras los virreinatos se separaban en pequeños países, Brasil se mantuvo unido porque necesitaba mantener el esclavismo, que era la base de su economía. Y si todos tuvimos hiperinflación en los 80, Colombia no la tuvo porque su economía tenía otro tipo de ingresos. Y mientras en los setenta todos tuvieron militarismos de izquierda, Chile se fue con Pinochet hacia la derecha, para contrarrestar al gobierno de Allende.

Y por eso ese péndulo regional (ver “12 mitos de una región sin nombre” Edit. Planeta 2019) no debe ser entendido como un karma que deberemos afrontar necesariamente en nuestro país. Entre otros, el Perú, a diferencia de muchos países de la región (incluido Chile), tiene una mayoritaria clase emprendedora que, si está bien informada, defenderá sus fuentes de trabajo frente a cualquier intento de sabotearlas. Pero todos debemos trabajar para que eso ocurra. Que tengan una buena semana.