Corazones rojos, por Marco Sifuentes
Corazones rojos, por Marco Sifuentes
Marco Sifuentes

Amiga mía: No le di ‘like’ a tu historia. ¿Cómo podría? Pensaba que nos conocíamos tanto y no, mira, todo el tiempo estuvo allí esa herida abierta y yo ni cuenta. No le di ‘like’ ni nada porque me paralicé. Mientras leía cada línea en mi celular, más desconcertado quedaba. Más furioso, también. Y triste. Todo junto. Porque no le estaba pasando a otra víctima del noticiero. No, te había pasado a ti, te estaba pasando a ti.

Así como tú, esta semana cientos de peruanas contaron en público, muchas de ellas por primera vez en sus vidas, sus desgarradores testimonios. Todo empezó el lunes, cuando se creó Ni Una Menos, un grupo de Facebook cuyo objetivo, recordarás, era coordinar una marcha contra la violencia machista. Pero algo pasó. Una de las participantes contó su historia. Y luego otra. Y otra. La bola de nieve fue imparable y para el jueves el grupo había alcanzado su tope de 40 mil miembros. Y las historias seguían.

“Les conté a mis papás y abuelos, pero me callaron...”. “Siempre critiqué a las que perdonan al marido que las golpea hasta que...”. “Él vive tranquilo mientras yo, aquí, vivo el día a día tratando de no seguir odiándome”. “No sé cuantas personas me conozcan en este grupo, y la verdad, no me importa, porque leerlas me hace sentir que no estoy sola, ya no”. “No puedo creer que voy a publicar esto. Varias de mis amigas, que no saben nada, están en este grupo. Pero eso me hace pensar, si ellas no sabían sobre mí, ¿qué no sabré yo sobre ellas?”.

Se supone que yo ya sabía. Allí están los datos. Perú, el país con más denuncias de violación de América Latina. Tercer lugar en el mundo en mujeres que sufren de violencia de su pareja (7 de cada 10). Sesenta mil violaciones en 10 años (16 al día). El 90% de víctimas son menores. Pero los datos no bastan sin un rostro. Sin una historia. Y esta semana todos nos topamos con cientos de rostros con cientos de historias.

Amiga mía: Me encantaría decir que fuiste la única, pero no. Esta semana he visto una veintena de amigas o conocidas o colegas contar su historia en ese grupo. Tampoco a ellas les di ningún ‘like’. No pude. Me paraliza también la culpa.

Mira, no quisiera caer en el simplismo de decir que todos los hombres hemos sido perpetradores, ya sea por algún acto estúpido o incluso por simple inacción. No quisiera decirlo porque suena a cliché, pero no puedo evitar sentirlo. Cuando eres un chiquillo crees, porque así te formatearon, que las mujeres exageran. Que las ‘feminazis’. Que blablablá. Cuando vas creciendo y conociendo historias de cerca, vas cambiando. Cuando tienes niñas, empiezas a entender. Y a temer. Por supuesto, nunca podremos ponernos completamente en los zapatos de ellas.

Pero si tú peleaste, amiga mía, nosotros también. Vamos a pelear juntos. Por ti, por mis hermanas, por las que ni siquiera han podido compartir su testimonio en Facebook. La marcha es el 13 de agosto. Como sabes, ando lejos y no podré ir, pero cuando vayas, llévame contigo en uno de los parchecitos que le pusiste a tu corazón.