Cuestión de confianza, por Patricia del Rio
Cuestión de confianza, por Patricia del Rio
Patricia del Río

Tener confianza. Parece algo tan sencillo; sin embargo, es uno de los aspectos más delicados de las relaciones humanas. Cincuenta años de matrimonio pueden quebrarse en un segundo si un miembro de la pareja le descubre al otro una mentira. Si a un escritor le pescan un plagio, cada vez que sus lectores reciban una nueva entrega la mirarán con recelo. Si traicionamos a un amigo, podemos sentarnos a esperar que la vida nos presente otros nuevos, porque recuperarlo es más difícil que pegar la cáscara de un huevo roto. 

La falta de confianza nos cuesta tiempo (cuántas veces tenemos que presentar el DNI o pasaporte dentro del aeropuerto); nos cuesta dinero (cuánto más barato costaría el Metropolitano si no hubiera inspectores en cada estación); nos quita energías (cuánto más fácil sería nuestra vida si no sospecháramos siempre); y nos vuelve seres inseguros para los que el otro es siempre un posible agresor.

Hay relaciones que de por sí vienen marcadas por la desconfianza. La del político y el ciudadano es una de las más representativas: el político promete y el ciudadano no le cree, el político hace y el ciudadano sospecha. Años de mentiras, de oportunismos y de maltratos han construido esta triste relación más sustentada en la resignación que en la esperanza. Estamos tan seguros de que los políticos nos van a engañar para conseguir nuestros votos que, una vez que salen elegidos, nos sentamos a esperar que se acabe la farsa y se hagan evidentes sus verdaderas y egoístas intenciones. Tal vez la percepción que describimos no sea justa con todos, pero es que hay escándalos como los descubiertos con Odebrecht que no hacen más que alimentar, con justicia, esta mala fama.

Esta semana, la popularidad del presidente Pedro Pablo Kuczynski registró su índice más bajo desde que empezó el gobierno. Poco más del 30% de peruanos aprueba su gestión. Si se tratara solo de un concurso de míster simpatía, pues qué más da. Uno no está en el mundo para caer bien a todos. Pero lo que refleja ese número es lo rápido que los peruanos han perdido la esperanza de que PPK se haga cargo, de que resuelva los problemas, de que esta vez las cosas sean distintas. 

En medio de escándalos de corrupción, de huaicos que bloquean pistas y se llevan casas, en medio del calor que ataranta y la lluvia que asusta, los ciudadanos otra vez se descubren solos, con un presidente que se ríe de cosas que no dan risa, con ministros que brillan por su ausencia, con decisiones erráticas y desordenadas como la del aeropuerto de Chinchero que generan desconcierto.

PPK y la ciudadanía no han cumplido ni un año de relación y ya se miran con recelo. Muy poco tiempo para tanta desconfianza. Ya es hora de sentarse a evaluar y ver qué es lo que no funciona, de lo contrario, de no aplicar medidas correctivas se vienen años de incertidumbre y desgobierno, años duros para todos.