Hoy que la palabra ‘disrupción’ está de moda, ¿quién cree usted, estimado lector, que se beneficiaría más si apareciese una tecnología que transforme integralmente las comunicaciones, como la de Facebook, o softwares que generen un cambio espectacular en las computadoras, como los de Windows? Sin duda diría que se beneficiaría su inventor, el Mark Zuckerberg o Bill Gates del futuro, además de otras personas con espíritu empresarial, pero sin grandes inversiones ya hechas, que entrarán al mercado con esa nueva tecnología.
La pregunta complementaria es entonces: ¿y a quién perjudicaría más la aparición de esa tecnología completamente revolucionaria? Siendo el lector una persona hábil, dirá que sería al Zuckerberg y al Gates de hoy, porque una transformación así desaparecería las fortalezas que tienen Facebook y Windows. Y también sufrirían los millones de empresas que hoy basan sus negocios en las herramientas creadas por los dos gigantes.
Sabiendo quiénes ganarían y perderían frente a una tecnología disruptiva (que es como se llama a aquella innovación que deja obsoleta a las anteriores), es importante que los gerentes no se dejen deslumbrar por ellas. Porque las nuevas tecnologías pueden ayudarlos, pero implementarlas sin una estrategia adaptada a su realidad puede volver obsoletas a sus empresas, haciéndoles perder las ventajas y fortalezas que ya tienen.
¿Deberían entonces ignorarlas? De ninguna manera, pues deberán usarlas para defenderse e incluso para reforzar a la empresa actual. Pero deben hacerlo sin olvidar fortalecer las ventajas competitivas que ya tienen, y que constituyen la base de su fuerza.
¿Tecnología digital para la banca? Sin duda, pero sin olvidar que una de las fuerzas de los bancos y las pequeñas cajas actuales es su capacidad de relacionamiento personal con sus clientes, y que si volcaran todo hacia lo digital, descuidando esas fortalezas por implementar lo nuevo, no tendrían ventajas frente a cualquier nueva fintech. ¿E-commerce para las empresas de ‘retail’? Sí, porque la gente comprará cada vez más por Internet, pero sin que por ello las tiendas por departamentos o las de Gamarra olviden reforzar la experiencia física y humana de la compra del público peruano, que los hace diferentes y superiores a cualquier portal de ventas virtual.
En fin, cuando se habla de David y Goliat, se olvida que el pequeño ganó porque tenía una tecnología disruptiva, la honda, que le permitía atacar al grande a la distancia. Si somos un David completamente nuevo, démosle fuerza únicamente a la disrupción. Pero si tenemos alguna ventaja, como la armadura o la talla de Goliat, no olvidemos que un Goliat con honda hubiera tenido más posibilidades de triunfar.