Lo que sé y su doctorado, por Marco Sifuentes
Lo que sé y su doctorado, por Marco Sifuentes
Marco Sifuentes

La copia física de la tesis doctoral de César Acuña se encuentra en la Biblioteca Histórica de la Universidad Complutense de Madrid, un impresionante establecimiento ubicado donde alguna vez hubo un convento de noviciados jesuitas, durante el reinado de Felipe III. Para un alumno de este centro de estudios, como yo, no es (no era) difícil acceder a ella. 

Lo primero que impresiona es su tamaño. Se trata de un volumen grande, grueso, de tapa dura azul con letras doradas. Son 394 páginas. Claro, eso es lo que se espera de una tesis de doctorado, dirán ustedes. Sí, pero no es lo que se espera de un hombre que se ha jactado en público de haber conseguido sus millones sin jamás tocar un libro.

La siguiente causa de desconcierto es el tema: “Competencia docente y rendimiento académico del estudiante de la universidad privada en el Perú”. Abres el tomo y, efectivamente, allí están: páginas tras páginas de análisis de datos estadísticos inescrutables; tabulaciones, fórmulas, modelos... Según el autor, sea quien sea, el trabajo de campo se realizó encuestando a 7.483 alumnos que seguían 17 carreras de la Universidad César Vallejo.

En cambio, según Turnitin –el programa estándar para detectar vivazos en el mundo académico–, el 65,4% de la tesis es resultado del plagio. Estamos hablando de más de 250 páginas plagiadas. No se trata de alguien que se olvidó de ponerle comillas a un par de párrafos. No. Ni Bryce ni Cipriani juntos fueron tan prolíficos para el ‘copy paste’. 

La mayoría de páginas plagiadas –como ha destacado La Mula, el medio que aplicó Turnitin a todo el documento– corresponde al inicio, o sea, al marco teórico y el desarrollo metodológico. Pero la tabulación estadística final se realizó con datos propios de la Universidad César Vallejo. Y si Acuña no fue el autor de la primera parte, ¿cómo podría serlo de la segunda? Eso solo puede significar una cosa: el estadístico a cargo tiene que haber sido un profesor de la Universidad César Vallejo. 

En resumen: una parte de la tesis es el fruto del plagio y la otra parte, sería el resultado del abuso del dueño de una universidad sobre uno de sus trabajadores. Esto último debería ser investigado por la Superintendencia Nacional de Educación Superior Universitaria (Sunedu).

Aquí es cuando rizamos el rizo. Todos los que están asustados por Acuña se preguntan cómo llegó allí. Y la respuesta es muy sencilla: la desregulación fujimorista de la educación universitaria. 

Si existe algo así como el “dueño” de una universidad, es porque surgió de un sistema que le ha permitido cometer toda serie de tropelías. Un caldo de cultivo que ha fermentado durante 20 años y ha producido una serie de pequeños dictadores acostumbrados a gobernar sobre chacras y a medrar de la cultura del cartón y de las ilusiones de progreso de las clases medias emergentes. 

Irónicamente, quienes más asustados están de Acuña son los que más defienden el sistema que lo produjo. Acuña nos asusta porque es el único de ellos al que le estamos prestando verdadera atención. Su plagio nos escandaliza porque es su atropello más descarado. Pero hay muchos como él. Atropellando todos los días. Decenas de universidades/negocio que engañan a miles de jóvenes que pronto se convertirán en subempleados o que, genuinamente, sueñan con convertirse en los Acuña del futuro. Quizá ya sea muy tarde para evitar que Acuña sea presidente este año o en el 2021. Si no acometemos la reforma universitaria en serio, será muy tarde, también, en el 2050.