(Foto: GEC)
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Fernando Vivas

Cinco personas, que son el pleno del Jurado Nacional de Elecciones (JNE), no pueden elegir por 24 millones de electores. El 9 de mayo del 2016, con el voto en contra de su presidente Francisco Távara, el JNE cometió lo que yo considero un atentado de lesa democracia: excluyó a Julio Guzmán de la carrera electoral cuando estaba en alza y había probabilidades de que peleara la segunda vuelta con Keiko Fujimori. La razón fue que su inscripción adolecía de fallas insubsanables. Un puñado de personas distorsionó la historia por un asunto tramitológico. Insólito.

No hablo por simpatías personales hacia Guzmán, que no las profeso. Igual protestaría si los excluidos hubiesen sido Keiko o PPK y también protesto por la exclusión de César Acuña en ese mismo proceso, aunque fue por una razón distinta, la entrega de dádivas, que sí merecía una sanción, ¡pero no la exclusión! Es un asunto de convicciones claramente amparadas en el artículo 2 de la Constitución que lista los “derechos fundamentales de la persona humana” y, en su inciso 17, considera el derecho “a participar, en forma individual o asociada, en la vida política”.

Si el derecho a la participación política es fundamental tal como lo dice la Constitución, y lo repite la Carta Interamericana de Derechos, que el Perú ha suscrito, no se puede sacar a alguien de la cédula porque metió la pata o le faltó llenar requisitos. No se les deja pasar así nomás, porque sería inequitativo con los que cumplieron a tiempo, pero se les amonesta y se les da un plazo perentorio para subsanar la papelería.

¿Por qué recuerdo los casos de Guzmán y Acuña? Porque estamos en riesgo de que se perpetren nuevas exclusiones por problemas administrativos. Conozco dos en especial, que son de partidos antagónicos, pero ambos tienen, a mi juicio, la razón, y se la dan entre ellos. Conversé con José Pimentel, personero del Apra, y con Fernando Olivera, líder del Frente Esperanza, recién fundado con los nuevos requisitos que ya no piden más de 700 mil firmas, sino alrededor de 24 mil afiliados.

Ambos, por diversos contratiempos y cambios a última hora, estaban inscribiendo sus varias listas (plancha presidencial, regiones y Parlamento Andino) el día final, y el sistema virtual de inscripción les tomó tanto esfuerzo que no llegaron a completar el registro de todas las listas. A la medianoche, ¡zas!, se les cortó todo. Como me dijo Pimentel, que solo llegó a registrar su plancha, él reclama que lo atiendan como en el banco cuando se cierra la puerta pero se respeta la cola. De hecho, el JNE lo hace así en sus oficinas. Esperemos que no los excluyan y que estén, como la democracia y la Constitución mandan, en la cédula. El JNE está para facilitar la participación política, no para trabarla.