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Rolando Arellano C.

La entrega del premio al empresario del año es una de las pocas veces que se reconoce el gran aporte que hacen los a la sociedad. El premio de este año a Estuardo Masías Marrou se dio a quien es un ejemplo de empresario tenaz y consciente.

Aunque es poco conocido por el gran público, desde hace más de 50 años el Instituto Peruano de Acción Empresarial (IPAE) otorga anualmente el premio a un empresario distinguido. Así reconoce a los creadores y conductores de que, con su buen desempeño institucional y personal, aportan al bienestar general de los peruanos.

La lista de premiados puede sorprender, pues lo han recibido, solo para citar a algunos de los más recientes, personas tan diversas como la creadora de Radio Filarmonía Martha Mifflin, educadores como Gonzalo Galdós y Luis Bustamante, mecenas de la educación y las artes como Eduardo Hochschild, Carlos Rodríguez Pastor, Ramón Barúa y José Miguel Morales, líderes sociales como Gastón Acurio y Carlos Paredes creador de Sierra Productiva, y hasta sorprendentemente hace dos años, el investigador que escribe esta columna.

Este año se entregó al ingeniero Estuardo Masías, dirigente de la agroindustria y de la avicultura, ejemplo de esfuerzo y de adaptación a las circunstancias difíciles, cuya historia refleja el devenir productivo del campo en el . Ese campo que se destruyó con la reforma agraria de Velasco, tuvo después muchos años de precariedad y luego empezó a crecer con los emprendimientos de la agroindustria para exportación y consumo interno.

En él se reconoce (junto con Rosario Bazán, de Danper, hace 3 años) a aquellos que hicieron renacer nuestro campo, generan trabajo digno para miles de peruanos, traen divisas para nuestra estabilidad monetaria, y nos permiten sacar el pecho al saber que el Perú es uno de los grandes exportadores mundiales de espárragos, paltas y arándanos. Y en él también se reconoce a los empresarios avícolas (creó La Calera, uno de los más grandes productores de huevos del mundo), que alimentan a millones de peruanos.

En este caso, debe remarcarse el espíritu que los guía, pues, en lugar de la queja, ven en la adversidad una ocasión de cambio y de mejora. Así, en su discurso de agradecimiento, el ingeniero Masías señaló que la reforma agraria, que eliminó los latifundios de antes, le hizo ver que de allí en adelante los trabajadores eran sus socios y deberían ser tratados como tales. Y que hoy se enorgullece de que sus principales técnicos y administradores sean los hijos educados de los trabajadores agrícolas de antes.

Tremendo mensaje para todos aquellos que hoy nos paralizamos porque el Legislativo y el Ejecutivo se hablan un poco fuerte. Que tengan una buena semana.