Con esto se arregla la tele, por Fernando Vivas
Con esto se arregla la tele, por Fernando Vivas
Fernando Vivas

Si me preguntan qué le falta a la tele, respondo en una: ficción. El Perú es un país muy rico en trances, personajes, fracasos y esperanzas, idas y vueltas; y la TV no nos lo está contando.

Me dirán que la literatura lo hace, y que el cine lo intenta. Pero la primera no tiene impacto y al segundo le falta constancia. Solo una película en el milenio, “Asu mare”, prendió la chispa de una narrativa pegajosa: historia de éxito urbano, emprendedurismo mesocrático y carnavalesco de nariz roja, en fuga de ‘stand up’, que es una bonita y madura forma de contarse, pues escarnecemos, mirándonos en el espejo, tradiciones que se resisten a desaparecer. En la historia de Cachín/Machín, el rollo en cuestión es el del machismo tierno y uterino. Somos hijos de mamá y, a medias, de papá. Y esa disfuncionalidad, diversidad y bastardía nacional falta ser contada con harto ráting.

Se desaceleró el crecimiento y también la producción de ficción esperanzada; se trabó la inversión y se trabó la cultura popular en la tele. Y quiero señalar a la TV porque ella puede generar más memoria colectiva –sorry, ilustres de las artes y las letras– que toda la cultura culta de los últimos tiempos.

Hay ficción en la tele, sí, pero muy poca y muy light. “Al fondo hay sitio”, que está muriendo, y “Mis tres Marías” es insuficiente. Necesitamos algo así como Colombia y sus narconovelas, Brasil y sus decenas de telenovelas de todo pelaje, Chile y “Los 80”, ficción con fondo de historia reciente.

Como no tenemos eso, el espacio lo llena la nota dura de noticiero y las intrigas de realities y programas de espectáculos. Ahí también se está contando el país, pero estamos desaprovechando el poder cohesionador y reflexivo, quizá disruptivo, ¿por qué no?, de una buena serie. 

Falta, por ejemplo, contar la escalada de la grita femenina. Guillermo Nugent me hacía ver que la imagen más poderosa de las últimas temporadas es la de Adriano Pozo calato jalando de las mechas a Arlette Contreras. Se la debemos a los noticieros, no a la ficción. Faltan historias de terrorismo, política, migración, emprendedurismo; sin los clisés de las novelas de las últimas temporadas sino, más bien, con la aguda observación de campo de los guionistas.

Ese sería el mejor regalo de la autorregulación. Inviertan, caray, en ficción y déjense de copiar formatos que promueven a estrellas muy opacas como para encarnar, con su biografía ampayada, tanto sueño y cuento embalsado. Aquí no hay nada que regular ni censurar, sino, tal vez, promover con premios e incentivos. Si quieres TV buena y verdadera, pídele ficción.

Me iré de este rincón por tres semanas. Gracias por su lectoría.