Fíjate que la ideología de género sí existe, por F. Vivas
Fíjate que la ideología de género sí existe, por F. Vivas
Fernando Vivas

Claro que existe. De dos maneras. 1) En la cabeza de las decenas de miles que marcharon el sábado, la ideología de género es un dogma ‘caviar liberal relativista ateo pro LGTB’, que inocula en los niños la idea de que su identidad sexual es frágil, que ‘se construye cada día’, y está abierta a explorar alternativas que sus padres consideran riesgosas.

2) La ideología de género existe en algunos funcionarios del Minedu. No en la ministra Marilú Martens ni en su predecesor Jaime Saavedra, pero sí, muy probablemente, en los funcionarios que consideraron justo y necesario dejar constancia de esto en el currículo escolar: “Si bien aquello que consideramos femenino o masculino se basa en una diferencia biológica sexual, estas son nociones que vamos construyendo día a día en nuestra interacción”. Mmmhhh, yo no lo explicaría así. 

Estoy lejos del punto 1, porque oigo a líderes conservadores pidiendo que la escuela abdique de su obligación de enseñar a los niños un concepto fundamental como ‘género’. Soy sociólogo y conozco el inmenso valor que tiene para un joven saber que la sociedad no se organiza solo por instinto, sino que evoluciona adoptando distintas convenciones. Amigos conservadores, ¡no pretendan retrasar el aprendizaje de estas nociones básicas! Los chicos sabrán conciliarlas con su fe, cualquiera que sea.

La pretensión de que la sociedad se organiza de acuerdo con una ‘ley natural’ tiene sentido en un currículo si dejamos que los biólogos expliquen su parte y los científicos sociales los complementen. Pero no podría imponerse en los colegios una idea religiosa sobre la ‘ley natural’. En varios momentos de la historia del Occidente cristiano, la ‘ley natural’ ha justificado genocidios, esclavismos e ideas de superioridad racial.

Pero quiero conciliar con los conservadores cuestionando a los del punto 2. No me parece correcto relativizar tanto la biología para decir que lo masculino o femenino (identidad de género) está en perenne construcción. Le tengo cariño al pensamiento dialéctico que subraya el cambio, pero no intentaría imponerlo a quienes prefieren subrayar la permanencia de las cosas. 

Por supuesto que hay que enseñar a los niños a respetar a homosexuales y trans, frente a ideas excluyentes de ‘ley natural’ como la que esgrime, con particular ira, el pastor Rodolfo González. Pero la mejor manera para ello no es atacar las bases de las convicciones ajenas sugiriendo que sobre ellas se construyen identidades sexuales frágiles. Por el contrario, hay que respetar esas identidades, que de hecho son muy firmes, e invitarlas a dialogar. Y explicar, de la mejor manera, que es bueno tolerar los reclamos de inclusión de quienes se sienten discriminados.