Kenji y Keiko Fujimori están distanciados desde hace varios meses. (Foto: Agencia Andina)
Kenji y Keiko Fujimori están distanciados desde hace varios meses. (Foto: Agencia Andina)
Pedro Tenorio

En una familia toda reconciliación es bienvenida: que dos hermanos que hasta ayer nomás no se podían ver las caras vuelvan a conversar y hasta se acompañen en momentos críticos –incluso deslizando públicamente la posibilidad de apostar por “un nuevo comienzo” y “dejar atrás las diferencias”– resulta positivo. Pero en política hay un elemento clave más allá de los afectos: el poder. Y en el caso de la familia Fujimori, donde las desavenencias entre Keiko y Kenji se agudizaron a raíz del manejo de la campaña electoral del 2016, y explotaron luego del pacto con Pedro Pablo Kuczynski para obtener el indulto de papá Alberto, el poder (y la cuota que cada uno tendrá de cara al 2021) resulta decisivo para saber si será posible una reconciliación política entre ambos hermanos.

Por encima de sus cuitas judiciales, Keiko Fujimori mantiene su objetivo de ganar la presidencia. Y si bien hoy vive su peor momento político, ella y su círculo más cercano creen que podrán organizar una maquinaria electoral capaz de llevarla al triunfo. Sin embargo, fuera del proceso que afrontará por los presuntos aportes de Odebrecht a su campaña electoral del 2011 (y que en estos días la llevó a una detención preliminar de la que consiguió librarse el último miércoles), un tema sensible de su estrategia radica en la rivalidad abierta –y por momentos virulenta– con su hermano Kenji y su padre Alberto. Separados dividen el espacio fujimorista y diluyen sus posibilidades. Juntos tendrían mucho más que ganar. Pero una reunificación los obligaría a compartir el poder, algo a lo que Keiko se resistió siempre y que perdió toda proporción cuando Kenji decidió concentrar sus esfuerzos en obtener la libertad de su padre, a como diera lugar, y ella se opuso tenazmente.

Ahora escuchamos tras la detención de Keiko que se abriría la posibilidad de una “pax fujimorista”. Más por una necesidad de mostrar solidez ante sus adversarios que por afinidades reales. En esa línea Kenji estaría dispuesto a volver a Fuerza Popular –escoltado de sus ‘avengers’, se entiende– siempre que consiga compartir el liderazgo. ¿Keiko podría aceptarlo? Por su parte, la tímida oferta de la hermana mayor consistiría en una amnistía, un perdón para los rebeldes siempre que proclamen su lealtad a ella y acepten sus decisiones. ¿Alberto y Kenji abandonarían así el terreno que consideran haber ganado en estos dos años?

Luego de conversar con distintos voceros naranjas, veo difícil una reconciliación política sincera entre ambos. Keiko y Kenji afrontarán procesos ante la justicia –lo que no es poco– y seguirán golpeados en las encuestas, pero ninguno quiere ceder posiciones y por eso mantienen sus propios cálculos al 2021. Ni juntos ni revueltos, al menos por el momento.